Una mirada política de la Historia Argentina. Segunda Parte

 2.- Situación internacional. Un proyecto político, social y económico. Aparición de una forma de concepción política: el Peronismo. La modernización del estado. Una política de alianza: estado y  organizaciones libres del pueblo. Democracia y dogmatismo.

  • La situación internacional

    Respecto de la posición neutralista defendida frente a la Segunda Guerra Mundial por el movimiento revolucionario, no hacía otra cosa que mantener la postura del ministro de Relaciones Exteriores argentino Carlos Saavedra Lamas en la Séptima Conferencia Panamericana, reunida en Montevideo en 1933 y reiterada en la Conferencia de Buenos Aires de 1936.  A su vez,  otro ministro, esta vez será José María Cantilo quien mantiene esa posición en la Octava Conferencia Panamericana reunida en Lima en 1937 y Leopoldo Melo en las reuniones de consulta de cancilleres reunida en Panamá, en 1939 y en La Habana en 1940, siendo todos ellos miembros de gobiernos conservadores en la política y liberales en la economía, a la par que confesos aliadófilos .

    Mucho se ha hablado –y se lo sigue haciendo- respecto del acierto o no de esta decisión política. De nada sirve extrapolar categorías o procesos de hoy al pasado, lo que sí podemos hacer es un análisis que nos permita entender las razones y nos enseñe como evaluar una situación política estratégica.

    La circunstancia de Argentina en 1939 –en que estalla la guerra- es la de un opositor en los foros internacionales de la política estadounidense en América Latina  desde fines del siglo XIX . Las diversas visiones que la dirigencia argentina posee coinciden, en que lo que buscan los Estados Unidos en 1940 es crear un enorme monopolio del comercio exterior latinoamericano bajo su manejo ; desde un punto de vista político se sostendrá que América vive desde hace años bajo el espejismo de la «política del buen vecino» preconizada por los Estados Unidos de América(…) detrás de esa política es fácil adivinar los móviles que la han inspirado y que no son otros que acaparar para su gran industria el mercado americano .

        
                               

                            La política europea estaba determinada por el resurgimiento alemán

    A su vez, la política seguida por Benito Mussolini, más que su ideología, tenía diversos admiradores en Argentina: parte de la colectividad italiana veía un «renacer del paese»; sectores de la oligarquía terrateniente veían el valor de quien exaltaba la tradición (Manuel Alvarado, Carlos A. Pueyrredón, Manuel Fresco); entre los trabajadores se admiraba su política social. En este marco una declaración de guerra a Italia era altamente improbable .
    No menos importante es el hecho de que muchos oficiales del Ejército argentino admiraban cierto espíritu del militarismo prusiano que ligaba emocionalmente a éstos con la Wehrmach (no con el nacional-socialismo). Sobre esto se ha montado otro de las grandes mentiras de nuestra historia: los militares eran nazis . Perón provenía del círculo de influencia del general Justo y parece ser que era el proclive a realizar una ruptura de relaciones con los países del Eje sin llegar a intervenir en la guerra, mientras que el general Eduardo Avalos, que es el causante de la detención de Perón en 1945, era uno de los cultores del “prusianismo” .

    Siguiendo nuestro análisis encontramos que la suerte de la guerra en 1942 no era clara, los alemanes triunfan en todos los frentes. Gran Bretaña necesitaba que barcos neutrales transporten el alimento que requería su pueblo y sus soldados, coincidentemente con lo cual, Argentina podía seguir colocando su producción de carnes y cereales en ese mercado . A su vez, también nuestro país representaba los intereses británicos en el Lejano Oriente y, en 1942, intercedió en Tokio para el envío de provisiones a los prisioneros de guerra ingleses . 

    A pesar de mantener abierto el comercio “al fiado” con Gran Bretaña, a partir de 1942 Estados Unidos realizó una serie de prohibiciones respecto del comercio con nuestro país: no podía exportarse a Argentina acero, equipos de perforación petrolera, repuestos ferroviarios, vehículos automotores, etc; en 1943 se bloquearon más de cuatrocientos millones de dólares en oro de las reservas que el Banco de la Nación Argentina y el de la provincia de Buenos Aires poseían en Estados Unidos; finalmente se prohibió que los barcos aliados comerciaran o amarraran en puertos argentinos. Todo ello reforzaba un sentimiento difuso de oposición a los Estados Unidos .

    Finalmente, Winston Churchill -primer ministro inglés- el 23 de enero de 1944  escribe al presidente  Roosevelt  que examinara las  tremendas consecuencias  que traería aparejada para Gran Bretaña la pérdida de las carnes, cueros y demás productos argentinos no solo para un tercio de su población sino en la alimentación del ejército estadounidense que se preparaba para desembarcar en Normandía, concluyendo: Estos bribones argentinos saben que, por el momento, nos tienen «agarrados» y han hecho sus cálculos con sumo cuidado .

    Brasil, bajo el gobierno de Getulio Vargas, centra su política exterior como intermediadora entre Estados Unidos y Argentina por lo que el 9 de marzo de 1939 firma un tratado de cooperación mutua y asistencia económica, que lo coloca en una situación de privilegio como interlocutor sudamericano con el gobierno estadounidense. Los Estados Unidos se aseguraban así la provisión de materias primas para su industria; utiliza el territorio brasileño para instalas bases aéreas que controlen el Caribe y las costas de ese país; toma el comando operacional de la marina de guerra brasileña; envía gran cantidad de material bélico (entre otras cosas 1100 aviones que transforman a su aviación en la más poderosa de América Latina). En 1942 le declara la guerra a Alemania e Italia y poco después el presidente Vargas le solicita a Franklin D. Roosevelt que permita la participación de las fuerzas militares brasileñas en Europa, cuestión que no estaba en los planes de EEUU,  también le ofrece a la ocupación de la Guayana holandesa (hoy Surinam) y Guayana francesa, pero eso no está en los planes de los Aliados. La Fuerza Expedicionaria Brasileña estará compuesta por 26.500 miembros de tierra y aire.

 
 
    Esta situación extendía hacia el sur las costas marítimas que debían vigilar estadounidenses y británicos, por lo que el comando de defensa del Caribe a cargo del general George Marshall y el almirante Harold R. Stark sostenían la importancia de la neutralidad argentina debido a la imposibilidad de defender el Atlántico Sur .

    Finalmente, cuando EEUU entra en la guerra, la Secretaría de Estado está interesada en que América Latina se sume a ese conflicto para: a) lograr apoyo internacional a esa acción lo que también le significaría una excusa moral en el frente interno; b) por medio de la «ley de arriendo», suministrar material bélico disponible permitiendo movilizar aun más la industria militar.

    Esta es la compleja situación en la cual Argentina debe decidir su política externa frente a la guerra, soportando fuertes presiones que van desde el invento de la “Argentina nido de nazis” hasta fondear tres barcos de guerra estadounidenses en Montevideo y enviar bombarderos a sobrevolar el Río de la Plata –a la vista desde Buenos Aires- desde bases ubicadas en Brasil . Por su parte, el presidente Franklin D. Roosevelt le comenta a su secretario de Estado -Cordell Hull- a principios de 1944: estoy completamente de acuerdo con la idea de que esta tendencia debe ser cortada por lo sano y que deberíamos proceder enérgicamente con Argentina, planteando como forma de mantener la presión un incremento de las fuerzas brasileñas, lo cual debería incluir armas y municiones americanas y -posiblemente- más instructores militares, a fin de darle al Brasil una fuerza efectiva de combate cerca del límite argentino, como ser dos o tres divisiones de regimientos motorizados . 

    El 4 de septiembre de 1944, se determinan las formas de la presión mediante las limitaciones  impuestas a la  economía  argentina: Con la excepción de proyectos que contribuyan directamente al esfuerzo de guerra, no se aprobará ningún proyecto de desarrollo para Argentina. No se exportará equipo a utilizarse en conexión con la producción de petróleo o derivados […] Las exportaciones de combustibles serán limitadas a las cantidades mínimas necesarias para asegurar la permanencia de los servicios de los buques-tanque argentinos que transportan aceites vegetales a los Estados Unidos.  Queda prohibida la exportación de vehículos automotores, locomotoras y material rodante. No se permitirán aumentos en el número de los productos […] que actualmente se exportan a Argentina. Se prohíbe la exportación para las Fuerzas Armadas […] Se prohíbe la exportación de pantallas de bronce fosforoso Fourdrinier para la producción de papel de diario. A través del control Navicert u otros mecanismos apropiados se intentará tener análogas reducciones en las exportaciones de otros países a Argentina […] este programa será presentado a los británicos recomendando que adopten similares restricciones . Frente a ello Argentina -por sus múltiples razones- no se suma a las declaraciones de guerra a las potencias del Eje.

  • Un proyecto político, social y económico

   

Unos años después -en 1945- Juan D. Perón sostenía que el movimiento producido en 1943 no es una revolución más. No es una revolución destinada a cambiar hombres o partidos, sino encaminada a cambiar un sistema y hacer lo necesario para que en el futuro no se produzcan los fenómenos ingratos que nos llevaron a tomar la dirección del estado . 

    Es factible comparar la casi absoluta pasividad o  indiferencia con que los trabajadores  recibieron el golpe de estado de 1930, con la actitud con que acompañan las acciones del Gobierno surgido en 1943.  Prueba de ello será que las dos CGT existentes  realizan declaraciones de apoyo al mismo .  En un acto realizado el 23 de julio de 1944, en Rosario (provincia de Santa Fe) ante trabajadores, Perón expresa en referencia a este tema que: nuestra revolución, que es la vuestra, comienza mucho más allá de la ascensión al poder, que no puede ser la meta,  sino el punto de partida  de toda una acción  revolucionaria. Sin esta otra batalla, mucho más recia, que la librada para derribar  un gobierno tambaleante, no habríamos podido imponer la justicia social; ni defender a los que sufren y a los que trabajan para plasmar la grandeza de la Patria .   Queda claro, entonces, que se ha redefinido la estrategia de la Nación y la estructura de poder que la sostiene se centra ahora en  los trabajadores.

    En 1944 comienzan a precipitarse una serie de hechos que producirán cambios fundamentales en la conducción del proceso inaugurado en junio de 1943.  Grupos de nacionalistas aristocratizantes con influencia sobre el presidente, general Pedro P. Ramírez lo convencen de realizar un homenaje al general José F. Uriburu, pero tampoco quedó allí la cuestión, se nombra ministro de Hacienda a Jorge Santamarina, prominente figura del «establisment» anterior a 1943 y de Obras Públicas al vicealmirante Ismael Galíndez quien  -a tal efecto- abandona la presidencia de ANSEC (monopolio eléctrico de capital extranjero).

    El 26 de enero de 1944 se rompen relaciones con el Eje y en el mes de febrero se convoca a una reunión en el ex-Concejo Deliberante a los miembros del GOU y en la cual, Perón, que se desempeña como ministro de Guerra, recibe críticas de sus camaradas prusianófilos por propiciar la política de rompimiento,  de entre ellas la más dura será la del coronel León Justo Bengoa.  Por su parte,  Perón responsabiliza al presidente Ramírez de no haber preparado una salida alternativa a la estrategia original de la neutralidad. 
 

    El 27 de marzo de 1945, Argentina declara la guerra a Alemania y Japón, pero la intervención del Departamento de  Estado  estadounidense en la política argentina es cada vez más intensa y explícita: su representante, Spruille Braden . Según sir David Kelly, embajador británico en Buenos Aires por la época, Braden venía con la idea fija de que había sido elegido por la Providencia para derrocar al régimen Farrell-Perón . Los británicos consideraron las ideas exageradas de Braden con respecto al peligro representado por el gobierno argentino” como una “gran distorsión de los hechos. Braden argüía que hacía diecisiete años que la Argentina no tenía una verdadera democracia, pero olvidaba, en opinión del Foreign Office, que en Brasil, el gobierno de Vargas tenía el poder desde quince años atrás. J.V. Perowne, jefe del Departamento Sudamericano, afirmaba: Si la Argentina puede efectivamente ser sometida, el control del departamento de Estado sobre el hemisferio occidental será total. Esto contribuirá simultáneamente a mitigar los posibles peligros de la influencia rusa y europea sobre América Latina, y apartará a Argentina de lo que se supone es nuestra órbita .

  • Braden en un acto de la Unión Democrática

    El embajador estadounidense (foto) participa de  los  actos que organizan los partidos radical, conservador,  comunista y socialista, nucleados en la alianza  denominada Unión Democrática. E incluso se da el caso que encabeza las giras proselitistas como la realizada en el mes de julio de 1945 por el litoral, dando conferencias en el Jockey Club de Santa Fe y en la Universidad Nacional del Litoral. A su regreso es recibido por reconocidos miembros del establishment: Carlos Saavedra Lamas, José María Cantilo, Alberto Hueyo, Jorge E. Coll, Alfonso de Laferrère, Adolfo Bioy, José María Paz, Otto y Federico Bemberg, Celedonio Pereda, Carlos del Campillo, contralmirante Elezar Videla y Antonio Santamarina.

  Por su parte, la política social llevada adelante por el entonces coronel Juan D.Perón desde la Secretaría de Trabajo  le genera una creciente simpatía  entre los  trabajadores  -que en el Gran Buenos Aires, son cerca de 1.300.000- y un ascenso dentro de la estructura de poder del propio Gobierno.  Veremos más adelante la importancia que Perón le atribuye a la organización del Movimiento Obrero.

    Los principales logros en esta área es la creación del Instituto de Previsión Social; la introducción del seguro social y la jubilación  que benefició a 2.000.000 de trabajadores en relación de dependencia; el establecimiento de los tribunales de Trabajo; el reconocimiento oficial de las «asociaciones profesionales», con lo cual el sindicalismo adquirió una nueva y más ventajosa posición jurídica; la fijación de un salario vital mínimo y las mejoras en ese rubro en relación con los años de trabajo -la antigüedad laboral- el «aguinaldo» o sueldo anual complementario y las vacaciones pagas; descanso semanal y feriados obligatorios; jornada de trabajo para cada gremio establecidas teniendo en cuenta el sexo, la edad y la naturaleza de las tareas; protección contra los despidos arbitrarios y ampliación de la ley de accidentes del trabajo; finalmente, reglamentación del trabajo de los menores.

 

    En el caso de los trabajares rurales, se benefician con el establecimiento del «Estatuto del Peón», sancionado por el decreto-ley 28.194/45, que fijó salario mínimo y escalas respectivas en las tareas rurales fijadas periódicamente por el Ministerio de Trabajo; el descanso dominical obligatorio, vacaciones pagas, estabilidad, condiciones de abrigo, recreación; vivienda y alimentación para un sector de la población poco atendido por los gobiernos.

     Por otra parte, para los  chacareros arrendatarios se  congelan los contratos de arriendo a los valores de julio de 1940; o los trabajadores que alquilaban sus viviendas  para quienes se rebajaron los alquileres y posteriormente se congelaron.

    Así aparece lo que se llamó acción social directa que, en lugar de tratar de analizar los problemas desde un escritorio, de realizar la teoría del conflicto que permita explicar el suceso, iba a la calle a tomar el problema directamente de los damnificados y lo introducía en el estado para encontrar una resolución desde las distintas órbitas del mismo. Esto quería decir lo que citáramos de Eva Perón la clase pasada: donde hay una necesidad hay un derecho. Si de lo que se trataba era de un problema laboral, en poco tiempo se establecía un acuerdo de partes, el que se protocolizaba en pocas horas en un convenio, pasando inmediatamente a la ejecución.           

    Respecto de estas medidas, habrá una reacción de fuerte oposición. El 20 de diciembre de 1945, el diario «La Nación» titula: Dictase un decreto sobre Salario Básico, aumento de sueldos y Aguinaldo y el 28 de diciembre anuncia: No será reconocido el decreto sobre aumento de sueldos y aguinaldo informando del «lock out» convocado por la Junta de la Industria, el Comercio y la Producción. 

    En el caso del agro se levantarán solicitadas publicadas en los diarios de Buenos Aires por instituciones como la Sociedad Rural Argentina  (SRA) y la Unión Industrial.  Su peso económico era enorme y se estaba poniendo en tela de juicio su poder, esta era la oligarquía que había gobernado el país durante años -desde y fuera del gobierno- y en 1945 se trataba de 220 propietarios (miembros de la SRA) que poseían cerca de 600 inmuebles con una extensión total de más de 2.000.000 de hectáreas y unas cincuenta sociedades que reunían más de 150 inmuebles con una extensión de 900.000 hectáreas.
   
    Lo que estos sectores enfrentaban era esa nueva construcción de poder que surgía en Argentina. Un sector de la comunidad que hasta ese momento carecía de entidad, los trabajadores comienzan a aparecer en la escena política decisoria. Hubo intentos de institucionalizar legalmente a ese sector, así Joaquín V. González que en 1903, siendo ministro del Interior del presidente Julio A. Roca, presentó al Congreso Nacional un proyecto de ley del trabajo, el cual, nunca fue considerado por las Cámaras.  Otro tanto sucedió con el intento de Hipólito Yrigoyen. Estos reiterados fracasos contribuían a confirmar en muchos la aceptación de una estratificación social.  La aparición de legislación laboral a partir de 1943 significó entonces una transformación que hasta entonces aparecía como irrealizable. Comienza a aparecer uno de los elementos identificatorios de nuestra cultura política: si bien no se discutía que nuestro orden económico estaba dentro del capitalismo, la organización sindical precedía el desarrollo industrial como política de estado y a la organización de los industriales como factor de poder. Esta característica seguirá signando social y políticamente la Argentina hasta nuestros días.

    En una reunión con trabajadores del transporte automotor el 17 de noviembre de 1944,  Perón explica que no es  sindicalista ni corporativista pero que,  la organización de los  trabajadores  buscada tiene que ver con evitar la desorganización de las masas, peligrosas para el estado y para sí.  La organización significa orden y así se puede prever y conducir hacia un destino común.  Entendiendo que esta es la verdadera función social de la democracia y si ella no se cumple, no es un problema de la gente ni de los sindicatos,  sino es una responsabilidad no cumplida por la dirigencia.

    El modelo organizacional de los trabajadores contemplaba a) las unidades de encuadramiento sindical mayoritarias: sindicatos por rama de actividad, aunque también las hay por oficio (muchas de ellas anteriores a 1943); b) Desde el decreto 23.852/45 prevalece el principio del sindicato más representativo como titular de la legitimidad por rama; c) La articulación de la estructura sindical es piramidal, partiendo del nivel local, pasando por la federación nacional hasta la Confederación General del Trabajo (CGT). El estado es facultado por la ley 12.921 de asociaciones profesionales para otorgar las personerías gremiales y jurídicas de los sindicatos; a partir de ello también los convenios son avalados por la secretaría de Trabajo, elevada luego al rango de ministerio. 

 

    Pero en esta estrategia que Perón va llevando adelante y que hoy vemos como la preparación para su obra de Gobierno,  los avances en la organización de los trabajadores requiere de un proceso  parecido dentro de la clase media, de una enorme importancia en la sociedad argentina. En una alocución en la Asociación Mariano Moreno (1944)  sostendrá  que  las clases obreras, con un amplio contenido social a su favor,  ya han realizado la tarea de unirse y de defenderse por sí mismas. La clase media, en cambio, permanece sin unirse; y por lo tanto, expuesta a todos los males a que esa división puede llevar  .       

    La máxima creación de este período es el Consejo Nacional de Posguerra (CNP) a través del decreto 23.847 del 25 de agosto de 1944 y cuya finalidad había sido estudiar un plan de ordenamiento económico y social del país. Allí se desarrolla la primera experiencia de administración del estado y planificación de la obra de gobierno.  Al inaugurarlo, Perón señala los puntos centrales que guiarán esta experiencia, insistiendo en que el estado no debe alterar los principios de libertad económica pero sí prever las soluciones a los problemas que se crearán en la posguerra, teniendo en cuenta un equilibrio en las fuerzas productivas y un incremento de la renta nacional.  También recalca la importancia del estado en la investigación y  el desarrollo de nuevas tecnologías cuya incorporación aumente el rendimiento del trabajador, mejorando las condiciones de trabajo y de vida del mismo, estimulo y acompañamiento, a su vez, de la empresa privada. 

    El CNP está integrado por representantes de los ministerios de Relaciones Exteriores, Agricultura, Hacienda, Obras Públicas, de las secretarías de Trabajo y Previsión, Industria y Comercio; de las direcciones Nacional de Migraciones, Aprendizaje y Orientación Profesional, Racionamiento, de Estadísticas y Censos, la Caja Nacional de Ahorro Postal; el Banco de la Nación Argentina, Consejo de Defensa Nacional, representantes empresarios y trabajadores, a cargo del CNP se encuentra Perón en su carácter de vice-presidente de la Nación.
                               

    Todo ello requiere de un ordenamiento del estado y en parte de la sociedad, que provendrá de los principios económico-sociales adoptados.  Dentro de ello aparece claramente el papel tutelar del estado en la coordinación de las actividades privadas hacia  una finalidad identificada con la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Patria.  Esta  concepción fue calificada -y hoy todavía hay quienes así lo sostienen- de «estatista» o «intervencionista», curiosamente los que plantearon ello en su momento eran los mismos que habían participado del «estatismo neo-conservador», por lo que tal crítica -ayer como hoy- intenta mostrar una imagen descalificatoria  más que nombrar una realidad.

    La respuesta que se esgrimió desde aquel momento comparaba la planificación y la acción tutelar que el estado tomaba frente a la economía con el ordenamiento que  para transitar libremente por el país garantiza la Constitución Nacional, sosteniendo que sería absurdo plantear que se interfiere en la expresión de la libertad individual porque el estado obligue a transitar por las rutas en lugar de permitir transitar a «campo traviesa».

    Hemos de convenir que las condiciones particularmente favorables que la guerra ha creado en Argentina, con relación al resto del mundo, equivale a una protección artificiosa y pasajera. La industria argentina, no solo ha logrado sustituir a un gran número de artículos que antes se importaban del extranjero, sino que ha lucrado con una exportación creciente […] en todo momento el estado debe fomentar o proteger determinadas industrias […] pero debe evitarse la creación o  sostenimiento de industrias artificiales, cuya vida económica depende de alguna forma de protección  […] no debemos imitar a los grandes países industriales, siguiendo el  camino que les  condujo al poderío de preguerra, porque las circunstancias son otras  […]  debemos andar al compás de los tiempos modernos y crear industrias fundadas  en  materias  primas del país .
               
    Claro está que existían quienes antes estas afirmaciones pensaban que ellas violaban la libertad,  ante lo cual Perón sostendrá que la libertad debe arrancar desde el punto en que haya sido afianzada definitivamente la seguridad social, la familia y la defensa nacional. Una libertad sin seguridad de vida, de trabajo, de educación y vivienda digna es una libertad falsa. Poseer la libertad para morirse de hambre es un sofisma que constituye materia de engaño, para quienes trafiquen, haciendo cortinas de humo para ocultar intenciones» .       
                                                      
    La dirigencia política -en general- como muchos de los oficiales de las Fuerzas Armadas que tenían a su cargo la administración del estado desde 1943 estaban muy lejos de esta concepción.  Ellos aspiraban a una democracia partidocrática -sin fraude- donde la única función del  pueblo sea la de votar, lo que lo convertía solo por algunos instantes, dentro del cuarto oscuro, en ciudadano portador de derechos políticos. 

    Perón hará una síntesis de su posición cuando, el 19 de julio de 1945 responde al reclamo de millares de obreros de la Federación Argentina de la Alimentación concentrados frente a la «Casa del Trabajador» para exigir mejoras inmediatas a su situación laboral.  Allí expresa que el concepto moderno de una Nación democrática en marcha impone, en primer término, la distribución equitativa de la riqueza que su suelo produce.  Esa distribución en el pasado, en nuestro país, nunca fue realizada equitativamente.  Siendo así era necesario iniciar una reforma integral para corregir los desaciertos y encaminar la acción del estado hacia una distribución efectivamente racional y justa […] El mundo evoluciona hoy de una manera evidente hacia el dominio de las masas, porque ellas han sido las que han sufrido y las que han elaborado las riquezas de las naciones. Los trabajadores serán los que en el futuro tengan la enorme responsabilidad de respaldar los actos de gobierno que fijen a la nave del estado un rumbo definido hacia la felicidad de los pueblos […] Esto implica una grave responsabilidad para la masa trabajadora, que conquistará en el futuro el decreto de intervenir en la administración y en la dirección del estado. Ha muerto  todo prejuicio burgués y nace una nueva era en el mundo […] Hemos de estar preparados para que la evolución hacia las nuevas formas vaya realizándose paulatinamente, para que la metamorfosis de las ideas sociales vaya cumpliéndose en forma pacífica a fin de que el pueblo no sufra las consecuencias de ninguna violencia . 

    La oposición a este movimiento que se está gestando reunía a todos los partidos políticos de la izquierda a la derecha y el establishment del momento tomando como nombre la Unión Democrática, a su vez nombraban a los trabajadores nucleados alrededor de Perón como «nazi-nipo-falanjo-peronista». Más adelante veremos cual será la identificación que los trabajadores se den para sí.

    Desde un punto de vista académico el tema fue tratado por investigadores  de los más diversos orígenes y posiciones, como lo son George Mosse, Renzo de Felice, Raanan Rein y Ronald Newton coincidiendo en lo absurdo de identificar al Peronismo con el Fascismo o el Nacional-Socialismo . El último afirma en forma categórica que esta tesis era un fraude.  Sin embargo, es quizás, lo que muchos estadounidenses y europeos «conocen» de Argentina durante la Segunda Guerra Mundial .  La opinión del servicio diplomático británico era tanto o más rotunda cuanto que hablaba de ese burdo disparate de  alemanes avanzando sobre la seguridad hemisférica .  Esta herramienta conspirativa basadas en maniobras de «guerra psicológica» que identificaban al enemigo de los Estados Unidos con el «mal absoluto», fue posteriormente utilizada en el ámbito latinoamericano en los derrocamientos de los presidentes Jacobo Arbenz de Guatemala, Joâo Goulard de Brasil y Salvador Allende de Chile, como así también en las agresiones a Santo Domingo, Grenada, Panamá y Nicaragua.     

 

    En distintos lugares, Perón ha  respondido a esos calificativos e incluso, ha publicado un artículo titulado ¿Porqué el gobierno argentino no es fascista? en el diario «La Nación» el 29  de diciembre de 1944.  Finalmente nos llega por  transmisión oral una  conversación que tuviera Perón con el entonces teniente de corbeta Aldo Pettigiani, el 16 de octubre de 1945, donde el primero se explayara sobre lo visto en Italia sosteniendo que allí el partido se había hecho cargo como mediador entre el ciudadano y el estado de todo.  Ayuda social, medicamentos, la diversión, los viajes, etc. En realidad se dependía del partido demasiado […] en fin, mi opinión es que el sistema fascista actuó como un equilibrio entre el comunismo estatizante y el salvaje capitalismo…Y falló […] Lo que he podido ver en el fascismo también mostró sus fisuras.  En lo cultural andaba bien, rescataron sus tradiciones ancestrales; pero en lo económico se veían baches que la guerra profundizó.  Es cierto, había una propaganda que resultaba asfixiante para quien llegara por vez primera. En Alemania debió ser mucho peor […] pero en algo hay que concordar…fue, quizás una tercera posición, por lo menos en los términos históricos patearon el tablero internacional.  En lo social destacaron. Inglaterra y los Estados Unidos no iban a permitir nunca un predominio de Italia y Alemania en esta década, más allá de los delirios de raza de Hitler .

    Vinculado a estas caracterizaciones negativas aparecieron  -y periódicamente suelen reaparecer-  alusiones al anti-semitismo.  Frente a ello puede mostrarse un sin número de hechos que manifiestan precisamente lo contrario. La reapertura de la inmigración europea de posguerra por el primer gobierno peronista en 1946 puso fin a su interrupción drástica desde 1930, arrojando un saldo neto de 463.456 personas ingresadas vía ultramar (2a. y 3a. clase) entre 1947 y 1951, relacionado con ello es significativo  el testimonio de  Rubén Ezra Beraja  -ex-presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA)- quien afirma que  debemos reconocer que el general Juan Domingo Perón en todo momento mantuvo una muy buena relación con la  comunidad judía  y no se lo puede acusar de anti-semita […] Argentina fue la segunda Nación latinoamericana -la primera fue Uruguay- que reconoció el estado de Israel .

    En 1946, durante el gobierno peronista, por primera vez en la historia argentina se conceden días libres a los soldados conscriptos de confesión judía para que puedan celebrar sus fechas religiosas. Al año siguiente, se instituye la primera Feria del Libro Judío. En la última década del siglo XX todavía era posible encontrar en algún kibutz de Israel frazadas con el sello de la Fundación Eva Perón, enviadas en 1948, cuando Argentina reconoció la soberanía del Estado israelí. En 1951, Golda Meir visita Buenos Aires abrazándose con Eva Perón, por la labor realizada en favor de su país.

    Personas de confesión religiosa judía ocuparon lugares de importancia tanto en el gobierno como el movimiento peronista, tal el caso de Miguel Angel Borlenghi, ministro de Trabajo; Abraham Karislavin sub-secretario del Ministerio del Interior;  León Rabovitch es nombrado juez; Pablo Mangel será el primer embajador argentino en Israel; el rabino Amran Blum es designado catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), y asesor presidencial en temas religiosos; La Constitución promulgada por el peronismo en 1949, incluyó una condena a la discriminación racial y religiosa. En ese mismo año, Eva Perón pronunció un discurso en el que afirmaba que quienes propiciaban el antisemitismo en la Argentina eran los nefastos representantes de la oligarquía. El jefe de prensa del gobierno peronista, Raúl Apold, era de confesión judía; en el diario «La Prensa» del período cegetista (1952-1955) colaboran intelectuales de origen judío como César Tiempo, Eduardo Koremblit, León Benarós y Julia Prilutzky Farny que carecían de militancia política .

    Años después encontramos en la Juventud Peronista hombres como Simón Sumovich; en lo que hace ya a la estructura partidaria cobran posiciones hombres como Jorge R. Matzkin y Carlos Vladimiro Corach por citar solo algunos, como los más conocidos en nuestros días Jorge Telerman y Daniel Filmus.  

  • Aparición de una forma de concepción política: el Peronismo.

    El 12 de julio de 1945 se evidenció  que  bajo la jefatura de Perón se estaba gestando un verdadero movimiento que aparecía públicamente en un acto político de cerca de 200.000 trabajadores proclamando a Perón como candidato a presidente y definiéndose  políticamente como «ni nazis ni fascistas, peronistas». Por otra parte, el 19 de septiembre, los partidos políticos realizaron la llamada  «marcha de la libertad» en la que participaron 250.000 personas entre las que se encontraba el embajador de los Estados Unidos, Spruille Braden.  Esta manifestación era la expresión de una enorme movilización de diversas fracciones políticas que de alguna manera expresaban lo «viejo» de la sociedad argentina pero que también era -en ese momento- lo «visible».  La proximidad del 17 de octubre y la aparición de la Argentina «invisible» opaca su significado pero vale la pena detenerse en ella para analizar que expresaba ese conglomerado político.

 

    Mientras tanto, hace su aparición la Unión Democrática que por medio de las consignas fijadas en grandes carteles sostenían una «visión» de la construcción de nuestra identidad como pueblo sosteniendo Esto es Argentina: Revolución de Mayo, Asamblea de 1813, 9 de Julio, Caseros, Código Civil, Código Penal, garantías individuales.  Esta serie y no los momentos por separados, son la imagen de una Argentina liberal que no podía reconocer que el mundo liberal-capitalista del siglo XIX se había acabado con la crisis de 1929. Esta parte del pueblo argentino que encontraba el sentido de la realidad a partir de la dicotomía «civilización o barbarie» estigmatizaba al resto de ese pueblo al que socarronamente denominaba “cabecita negra”, afirmando en otros carteles: Esto no es Argentina: anarquía, barbarie, tiranía de Rosas, decreto-ley, estado de sitio .

    Es entonces este sector quien «divide» a la sociedad argentina en un «nosotros» compuesto por la «gente decente» y que representaba la Argentina legítima y los «otros» que son la «masa primaria», la «chusma», en definitiva «los cabecitas negras» y conforman la no-Argentina, eso «otro» que la intolerancia no soportará y necesita negar.  El grado de ideologización llega a tal punto que no se evocará a San Martín pues se cuestiona su condición de militar y por lo tanto su similitud con Perón .  La gente gritaba ese 19 de septiembre: ¡Mitre sí! ¡Rosas no!, donde todos sabían que Mitre no era Mitre sino ellos y Rosas una masa -por ese momento todavía anónima y oscura- que producía la necesidad de la negación ante el temor de lo desconocido .                     

   Frente a este panorama no quedaba clara la relación de fuerzas entre Perón y la oposición  nucleada en la alianza  Unión Democrática.  A su vez, el sindicalismo institucionalizado no encuentra el camino para aparecer como un sujeto social entre los militares en el Gobierno y los partidos políticos en la oposición.  Esto hacía que el apoyo a Perón, o en todo caso, el alcance de su poder no se materializara, no estaba a la vista ni de unos ni de otros.  Eso es lo que mueve a los partidos políticos a insistir en la  necesidad de que el  gobierno pasara a la Corte Suprema, en la convicción de que no solo  pasaba a manos propias sino que, convocada inmediatamente una elección triunfarían en los comicios.  Fórmula ésta que, por otra parte, había permitido a principios de 1945 terminar con el gobierno de Getulio Vargas en Brasil.

    El 8 de octubre de 1945, el general Eduardo Avalos a cargo de la que en ese momento era la principal base militar del país -Campo de Mayo- presiona al presidente general Edelmiro J. Farrell para destituirlo a Perón de sus cargos y tomarlo preso, haciéndose eco de las presiones de los partidos políticos que sostienen la necesidad de un realineamiento internacional apoyando a los aliados triunfantes, cuyo correlato en el orden interno significaba eliminar las conquistas sociales de los trabajadores, barrer la figura de Perón del escenario político y volver a la situación política abandonada en 1943.

    Habiendo renunciado a sus cargos en el Gobierno y antes de que lo detengan para enviarlo a la isla  Martín  García, Perón  habla con su colaborador el coronel. Alfredo Domingo Mercante y le informa que, ante una eventualidad, Ud. queda a cargo de la conexión con todos los muchachos de los gremios   y el  13 de  octubre envía una carta  -en forma clandestina- al mismo coronel donde le expresa que desde que me «encanaron» no hago sino pensar en lo que puede producirse si los obreros se proponen parar, encomiende lo que les pedí . Allí se inicia el proceso que culminará el 17 de octubre.
 

Coronel Domingo Mercante, un hombre de confianza de Perón
e interlocutor con los sindicatos antes del 17 de octubre

 

    ¿Cuál fue el papel de la única estructura que podía apoyar a Perón?  La respuesta a este interrogante obliga a realizar algunas desmitificaciones.  Cuando se señala el rol del sindicalismo se suele referir al papel que le hacen jugar los relatos Angel Perelman y Cipriano Reyes, pero como bien señala Juan Carlos Torre, el papel desde donde vivió el primero los hechos era el de un militante de un sindicato entonces incipiente (Unión Obrera Metalúrgica) y en el otro caso un dirigente de segunda línea respecto a los principales cuadros sindicales de entonces .  Ello no disminuye en nada el papel real que tuvieron pero no puede otorgárseles un factor decisivo en los acontecimientos como tampoco puede otorgársele un lugar a Eva Perón más allá de sus gestiones personales para lograr la liberación de Perón .

    Hecha la salvedad podemos analizar esquemáticamente la situación previa y el desenlace de esa semana trascendente que transcurre del 8 al 17 de octubre.

                                        

    Ante la aparente debilidad de Perón es destituido de todos sus cargos oficiales y su reemplazante en la secretaría de Trabajo y Previsión, Juan Fentanes, expondrá el marco general desde donde el Gobierno piensa que se ha cerrado una etapa: el progreso de las clases trabajadoras debe seguir el mismo ritmo de la economía general del país.  No puede ser estancado por fuerzas regresivas ni acelerado por audaces improvisaciones .  O sea, terminó la guerra y ahora se espera un reordenamiento del poder que, respecto de Argentina, significa enfilarse tras los Estados Unidos, por lo que es necesario dar una clara señal y eliminar quien aparecía como un obstáculo para la Secretaría de Estado de ese país.

    Frente a ello, la primera reacción de la CGT fue dialogar con el Gobierno para asegurarse no volver atrás con las conquistas sociales obtenidas; el 16 de octubre se realiza una reunión del Comité Central Confederal para decidir la política a seguir.  Allí muchos dirigentes expresan el estado de sus bases: quieren huelga general y movilización y así lo expresan entre otros Ramón Bustamante (Sindicato de la Carne-Rosario) y Ramiro Lombardía (Unión Transporte Automotor).

    Serán algunos representantes de la Unión Ferroviaria -uno de los sindicatos más fuertes del momento- quien argumentará en contra de la huelga apelando a la responsabilidad de los dirigentes ante la confusión de la hora.  La confusión parecía estar entre quienes solo hacían una lectura sectorial de la realidad perdiendo de vista los elementos políticos de la misma; los dirigentes ferroviarios guiados por una sincera búsqueda de proteger sus conquistas no pudieron «oír» lo que sus propias bases sostenían, a tal punto, que el 17 de octubre los ferroviarios fueron uno de los primeros gremios que marcha a la movilización, como veremos más adelante.

    Por su parte, el dirigente del gremio de los empleados estatales, Libertario Ferrari dio un vuelco importante -por el peso de su gremio y por los argumentos empleados- a favor de la huelga y la votación en el Confederal resultó 16 votos por el paro y 11 en contra…el 18 de octubre habría huelga general .

    Sobre este hecho también se dan versiones dispares. Félix Luna en El 45 refleja una de las historias sobre este hecho en la cual se relata que la decisión de ir a la huelga se gana por pocos votos y que el papel central de ese triunfo estuvo en manos de Libertario Ferrari (estatales); sin negar el apoyo de éste a la moción que proponía la huelga quien llevó ésta adelante fue Antonio Andreotti (metalúrgicos) .

    La detención de Perón es vista por la oposición como un claro signo de  debilidad por lo que se intenta avanzar en ese camino.  Aparece en  escena el  almirante Héctor Vernengo Lima quien,  rodeado por las fuerzas de la vieja Argentina buscaban que se entregara el gobierno a la Corte Suprema -la misma que estableciera la legalidad del golpe de 1930-.  Por su parte, los sectores nacionalistas anti-peronistas del Ejército coincidían con algunos partidarios de Perón  -como Arturo Jauretche-  en que Amadeo Sabattini debía asumir un rol protagónico.  El caudillo radical se ha convertido en el hombre de la hora, hacia él se volvieron el Ejército para salvar la revolución, los intransigentes para salvar el radicalismo y muchos partidarios de Perón para salvar la política nacional y social que el coronel representaba. Y una vez más,  el peso de la estructura partidaria se hizo sentir y  Sabattini expresa: El Comité ha resuelto que se entregue el poder a la Corte Suprema y si el Comité lo ha resuelto, yo lo acato . 

    El 16 de octubre, el diario pro-peronista «La Epoca» titulaba Desde La Quiaca hasta Tierra del Fuego y desde el Atlántico a los Andes, se pide, se clama y se exige la libertad del coronel Perón agregando en el cuerpo de la nota que los trabajadores de todo el país se han puesto de pie para reclamar la libertad del coronel Perón.  El mismo día la CGT declaraba la huelga general para el 18 de octubre.

    Con respecto a este último hecho, «La Prensa» ataca la posibilidad de dicha huelga sosteniendo en su edición del 17 de octubre que  desautoriza la Fraternidad una pretendida huelga […] los empleados de  farmacia repudian el intento de huelga  […]  la Unión de Empleados de Comercio y la Industria denuncian la maniobra política que traman los elementos colaboracionistas del movimiento sindical en un criminal intento de salvarse del naufragio […] el socialismo denuncia maniobras  destinadas a confundir a la opinión  […]  Muchas entidades obreras independientes se muestran contrarias al movimiento  y  no paralizarán  sus tareas los obreros del puerto .

    La respuesta de los trabajadores no se hizo esperar y el 17 de octubre de 1945 se produjo la manifestación espontánea más importante de este siglo en la Argentina.  Cientos de miles de trabajadores marcharon sobre la plaza de Mayo pidiendo la libertad de Perón, provenían de distintos barrios de la Capital Federal, del partido de San Martín, Santos Lugares, el oeste del Gran Buenos Aires, Lanús, Avellaneda, Berisso, La Plata, Campana…pero algo similar estaba ocurriendo en San Miguel de Tucumán hacia cuya plaza Independencia marchaban los obreros de los ingenios azucareros cercanos, desde Lules a Mercedes; en Córdoba salen columnas de   Alta Córdoba y las  Canteras abucheando a su paso hacia el centro de la ciudad las sedes del Club Social, el Jockey Club y la Asociación Cultural Argentino-Norteamericana (ICANA), otro tanto ocurría en Salta, San Juan y en Rosario.

 

    En ese acto aparece en Argentina un nuevo sujeto político: los trabajadores. Un sector social que asume el rol dinámico en la sociedad que hasta 1930 poseía una dirigencia que se concebía como élite, pero que ha devenido en oligarquía para ese entonces. En ese momento y en ese día, los trabajadores irrumpieron como «pueblo», convocando al resto a un proceso de integración social alrededor de un proyecto político centrado en la vindicación de la Justicia Social. Esto implicaba hacerse reconocer como miembros de la Nación a través de un proyecto integrador planteado no en tanto clase ni como los «pobres», sino con una identidad ampliamente contenedora que los caracterizara como «trabajadores», realizando un doble movimiento: ellos que eran un sector asumen el papel del conjunto y convocan al resto a tomar los valores de la parte; esto es comprendido por Perón tempranamente, sosteniendo que solo existen los hombres que trabajan y los hombres que viven de los hombres que trabajan .    De esta manera, los trabajadores encarnaron a lo más auténticamente nacional al constituirse en miembros plenos de la Nación tienden un arco de solidaridad entre sectores sociales colocados como adversarios del viejo sistema de dominación . 

    En este punto es necesario hacer algunas aclaraciones. ¿Por qué el pueblo eligió a Perón? Porque fue quien tuvo la capacidad para darse cuenta y la sensibilidad para captar que las expectativas y esperanzas de ese pueblo se llamaban Justicia Social. Esto quiere decir que es él quien le otorga el nombre a esa realidad y comienza a transformar lo que hay, para llegara donde se quiere . En nuestros días es importante que quiere decir esa expresión «Justicia Social», pues se la suele reducir a redistribución de la riqueza o equidad.

    La redistribución solo contempla los aspectos materiales, más precisamente económicos de esa justicia que se invoca. La equidad es una palabra castellana que viene del latín æquitas que quiere decir a todos por igual y de eso no se trata esta justicia, pues nuestro término proveniente del latín iustitia quiere decir a cada cual lo que le corresponde. Por ejemplo, un rico y un pobre pagan el 21% de impuesto al valor agregado (IVA) por el mismo litro de leche, lo cual lo transforma en un impuesto equitativo pero injusto. Perón entiende por Justicia Social el camino para alcanzar un bienestar social integral por medio del trabajo . Finalmente, en la reforma constitucional de 1949 se plasma este concepto incorporándolo al texto de la Constitución Nacional: El trabajo es el medio indispensable para satisfacer las necesidades espirituales y materiales del individuo y de la comunidad, la causa de todas las conquistas de la civilización y el fundamento de la prosperidad general . 

    Por su parte, los trabajadores, atribuyéndose a sí mismos la categoría de «pueblo» inician el camino de la construcción de la ciudadanía moderna con características propias: no aparecen como clase social, tampoco bajo la forma de partido político ni aunado por una ideología pre-existente, ni en sentido estricto como reivindicación social sino que lo hacen como «movimiento», es la Nación en movimiento, que reconoce una herramienta jurídico-legal –y solo eso- que permite participar de los actos electorales: el partido. El cual es visto como un instrumento para dirimir las confrontaciones políticas por medio de elecciones y acceder al Gobierno –en sus distintos niveles- y al funcionamiento de las legislaturas.  Esta distinción estuvo clara desde el inicio y por eso se sostendrá que el Movimiento Justicialista no es un partido político; no representa una agrupación política.  Es un Movimiento Nacional y esa ha sido la concepción básica […] como tal, no representa intereses sectarios ni partidarios, representa solo los intereses nacionales . 

    Esto plantea una nueva forma de hacer política, esto es, una nueva forma de construcción de poder a partir de la relación  «líder-pueblo»,  que para hacer comprensible hemos apelado a un texto de Domingo Faustino Sarmiento, que quien pone en boca de Facundo Quiroga,: un caudillo que encabeza un gran movimiento social no es más que el espejo en que se reflejan en dimensiones colosales las creencias, las necesidades, preocupaciones y hábitos de una Nación en una época determinada de la historia .  Como parte de este fenómeno, surge en nuestro país el sindicato como una organización libre del pueblo y no una estructura del Gobierno o del estado. El Peronismo concibe al Gobierno como el órgano de la concepción, de la planificación y conducción, por eso puede colaborar a la sindicalización, pero ésta es una obra de los trabajadores .

    La institución que este sector genera como forma organizativa primaria es el sindicato  y la concepción política que se genera en ese proceso es el Peronismo, en el cual, el sindicato es, antes que nada, una estructura de gestión política. Con lo que se cierra el círculo hermenéutico acerca de la naturaleza del poder para el Peronismo .

    El análisis de ese hecho es fundamental para comprender el proceso que se inicia en Argentina y para ello apelamos a los relatos de distintos partícipes de los acontecimientos aunque sabemos que la memoria histórica de un pueblo o las historias de vida no son nunca una evocación pura y espontánea del pasado o sea, no es una exacta reproducción de sucesos o vivencias sino que implica un proceso permanente de elaboración y reelaboración de hechos que tuvieron importancia, pública, política y personal a la luz de su incidencia en el presente.  O sea, la memoria no es un objeto inerte sino una facultad humana que ordena y da sentido desde la incidencia presente de aquello que se rememora; cabría preguntarnos si existe una posibilidad distinta de conocer un hecho y la respuesta es, sin lugar a dudas, que no por eso, aquí como en otros lugares citaremos testimonios que hablan de esa memoria colectiva, porque nos interesa como se «vive» hoy ese hecho, a la distancia y después de las consecuencias del mismo.

    En conversación con Avelino Fernández -quien fuera en la década del sesenta dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica- nos contaba que siendo un adolescente de 15 años, trabajaba en un taller mecánico y sintió un extraño rumor proveniente de la calle, al asomarse y contemplar una columna de trabajadoras -después se enteraría que eran mayoritariamente de los frigoríficos  Swift y Armour- y que expresaban su intención de ir a «defender a Perón»,  no duda en dejar la herramienta y sumarse a dicho grupo . La prensa se hizo eco del hecho de la juventud de los manifestantes de Buenos Aires  como en Rosario .

    Lejos de allí, un tren  -el rápido a La Plata, que llevaba empleados de la administración pública de la capital provincial- al llegar a Banfield se detiene bruscamente -según el relato de mi madre, Lidia Galván- un guarda  del mismo pasa corriendo entre los vagones y sollozando grita:¡Lo quieren matar a Perón!.  Sin pensarlo demasiado la mayoría de los que allí viajaban comienzan a descender del tren y marchar hacia Buenos Aires.  Coincidentemente con el relato oral, escribe el embajador británico  en ese momento en Argentina:  en  las primeras horas de la  mañana del 17 de octubre los gerentes de los ferrocarriles ingleses vinieron a decirme que se había declarado una huelga espontánea sin organizadores conocidos .

    Por su parte, el poeta  Leopoldo Marechal  cuenta que se encontraba en su domicilio de la calle Rivadavia y de pronto me llegó desde el oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular, y enseguida su letra: yo te daré/ te daré, Patria hermosa,/ te daré una cosa,/ una cosa que empieza con P,/ ¡Perón! Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud […] ví, reconocí y amé los miles de rostros que la integraban: no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina invisible que algunos habían anunciado literariamente.  Desde una perspectiva opuesta, Halperín Donghi explica a su manera, el carácter de este acontecimiento afirmando que esa deliberada ruptura con todo un pasado, en que la respetabilidad impuesta desde arriba, con la miseria también impuesta desde arriba, no fue acompañada de las venganzas sangrientas esperables de un rencor largamente reprimido […] Y es cierto que el pueblo peronista se mostró muy escasamente feroz .

    Por último cabe destacar que frente a la espontaneidad del accionar del Pueblo el 17 de octubre, afirma quien fuera secretario del gremio cervecero, Alcides Montiel:   la gente caminaba para la plaza de Mayo sin dirigentes.  Algunos afirman que Cipriano Reyes hizo, que los otros hicieron, que los de más allá hicieron más: no es exacto. Era un Pueblo detrás de Perón y una vez que estuvo en la plaza no quería salir hasta que no apareciera Perón .    

    Este episodio no fue así comprendido por los sectores opuestos a Perón y claramente reflejan esta postura la mayoría de los diarios de la época. El matutino «La Prensa» encontró que la principal noticia a publicar el 18 de octubre había sido la crisis de gabinete (El presidente de la Nación anunció anoche las renuncias de los ministros de guerra y Marina, decía su título principal).  La información sobre lo ocurrido en la plaza de Mayo se iniciaba recién en la página 7, bajo el título Desde los balcones de la Casa de Gobierno hablaron el Primer magistrado y el coronel Perón. El problema que esto plantea es la negación de legitimidad de  las fuerzas que  a partir de este momento se enfrentan políticamente  en Argentina; éstas no coinciden  ni aun en  los criterios aplicables para reconocer esa legitimidad.  Una expresión clara de ello lo manifiesta Américo Ghioldi -socialista- que hurgará en el  idioma buscando una palabra infamante hasta encontrar el despectivo «descamisado» (pobre, miserable, desarrapado) que en tiempos del rey español Fernando VII habían endilgado los absolutistas a los liberales .
    
    ¿Quién produjo el 17 de octubre?  No es incorrecto contestar cada uno de los centenares de miles de asistentes.  Pero a ello se llega por un trabajo de agitación -no de organización- previo.  Una vez detenido Perón, el coronel Domingo Mercante, el capitán Héctor F. Russo, el mayor Fernando Estrada, los hermanos Francisco y Blas Lomuto, el «negro» Pacheco, Cipolletti, los coroneles Filomeno Velazco y Descalzo, Diego Luis Molinari y Adolfo Rocco -colaboradores suyos en la  Secretaría de Trabajo y Previsión- y Elena Caporale de Mercante realizan una intensa campaña entre los sindicatos más cercanos políticamente, sosteniendo la necesidad de «hacer algo» y una primera respuesta es la declaración de huelga para el 18 de octubre.   A su vez, Russo habla con las delegaciones de la CGT del interior manteniéndolas al tanto del clima de efervescencia vivido en el Gran Buenos Aires .

    A su vez, hubo quienes como dirigentes sindicales comenzaron a comprender que se estaba produciendo «algo» y otros que, con la misma sensación se erigieron como dirigentes a partir de ello.  Así aparecerán Cipriano  y Héctor Reyes, Horacio A. Moreno, Eliseo Sardi, Rolando Hnatiuk, Juan Gherman,  Zenón Arce, Hipólito Pintos,  Silverio Pontieri, Manuel Bianchi, Juan Collazo, Atilio Bramuglia, Ricardo Giovanelli, María Roldán, Manuel Bianchi, Evans Nave, Angel I. Castellanos, René Orsi, Alberto Proia, Juan Piñeiro, Vicente Tesorieri,  entre otros muchos que fueron quienes comenzaron a convocar a marchar sobre la plaza de mayo para pedir por Perón.

    Hipólito Paz -quien fuera ministro de Relaciones Exteriores del primer gobierno justicialista- realizó muchos años después una reflexión por demás interesante sobre este fenómeno.  Alguien podría preguntarse -suponía- porque no aparecía la clase dirigente de entonces en un movimiento de estas características y se responde que ella estaba compuesta por «los quinieleros de la política, preocupados siempre por encontrar las dos últimas cifras de cualquier fórmula presidencial» agregando más adelante que, «no había entonces una clase dirigente por la muy sencilla razón de que la clase dirigente de entonces era una clase dirigida .

    Para comprender políticamente los acontecimientos es imprescindible reconocer en la palabra «realidad» una duplicidad de sentido que corresponde a las palabras latinas «realis» y «actualis» por lo que, «realidad» significa «poder ser realizado», lo cual nos indica la necesidad de la acción. Quien es capaz por medio de la acción de poner en  acto (construir) las cosas públicas es quien puede explicar el sentido de esa acción; es algo similar al hecho de que son quienes engendran al hijo quienes dicen como se llama.  Por eso el discurso que es fruto de la relación entre el conductor y el pueblo nombra la realidad, porque es él y su pueblo quienes la construyen. 

    Claro está que toda acción requiere de una reflexión sobre lo hecho, por eso Perón sostendrá que: Yo no soy de los hombres que creen que debemos conformarnos con hacer un cuerpo de doctrina muy bonito, ponerlo en la biblioteca y dejarlo para que lo lean las generaciones que vengan […] El mundo no   vive de buenas ideas; vive de buenas realizaciones […] las doctrinas son movimiento, son acción, no son solo pensamiento .  De acuerdo con este enfoque, Perón concebirá al Peronismo como una estructura abierta, capaz de desarrollarse en el tiempo, relativizando al máximo las ortodoxias y las heterodoxias.  En las lecciones que Perón impartiera en la Escuela Superior de Guerra, en 1932, sostendrá  que  la doctrina coloca a todos en un mismo punto de partida inicial de sus apreciaciones básicas […] sirve como eje principal de todas las grandes y pequeñas decisiones […] aparece así como la legítima matriz en que se gesta la estrategia y la táctica nacional .

   

La caracterización de  «nacional»  obedece al máximo espacio que es contemplado en la elaboración de una estrategia y sus tácticas, por eso cada pueblo tendrá una doctrina distinta y propia como orientación única que guía la preparación de todas las fuerzas vivas de la Nación organizadas en función de una estrategia, de un proyecto. Esto implica la concepción de la Nación como cuerpo vivo, orgánico que se organiza y moviliza como un todo, en donde cada movimiento de uno de sus órganos está integrado en la visión estratégica que el otorga el sentido. Esto no quiere decir que la política es concebida circunscripta a la espacialidad nacional; la política será internacional más allá que se la haga dentro o fuera del país.

    Dentro de esta concepción, la esencia de la política es el arte y la ciencia de la conducción. Cualquiera que ha tenido que conducir personas en la realización de una acción sabe que el curso de ésta nunca sigue el desarrollo exacto y completo de un plan concebido y calculado de antemano, componente científico que sin embargo es necesario.  Quien ejerce la conducción, sostenía una de los maestros de Perón, no perderá de vista el fin primordial y procurará no desviarse de su dirección a pesar de las alternativas de los sucesos; pero los caminos precisos por los cuales ha de llegar a él, jamás podrán prefijarse con seguridad  y entonces cobrará nuevamente allí su valor la imaginación, que es quien permite crear e innovar por la fuerza de la necesidad que las causas más naturales provocan . Pero debe quedar claro –y aquí otro de los maestros- que el proceso de la conducción no se consuma en la victoria sino que para acceder a ella tuvo que haber una preparación, una ejecución y, tan importante como ello, es la explotación del triunfo .
   
    El 17 de octubre de 1945 aparece a la luz el poder que ha concentrado Perón y aún, habiéndose podido alzar con el poder acepta confrontar electoralmente por la presidencia de la Nación, identificando claramente al enemigo: no era la Unión Democrática (frente conformado por radicales, conservadores, socialistas y comunistas) sino que ella cobraba poder por quien la sostenía,  la gente anónima escribe su nombre con tiza o carbón en las paredes  «Braden o Perón».

    Pocos días antes de las elecciones aparece un afiche callejero cuyo título y copete dicen: ¡El precio de la venta! Cuando alguien le hable en favor de los enemigos de Perón señale este cartel.  Muéstrele este cheque y entonces, solo un inconsciente o un traidor podrá seguir hablando. Se reproducía el cheque nº 446653 del The National Bank of New York por $ 300.000 con que la Unión Industrial (UIA) pagaba la campaña de la Unión Democrática. Las cosas estaban claras.

    La fórmula Juan Domingo Perón – Hortensio Quijano es levantada por un grupo de fuerzas (Unión Cívica Radical-Junta Renovadora, Partido Independiente y Partido Laborista). El 24 de febrero de 1946, Perón triunfa en las elecciones por el 52.40% de los votos .

 

    La prensa da la noticia con diversos matices.  El 23 de febrero el matutino «Clarín» colocaba en su tapa un gran titular que solo decía: Pueblo Argentino ¡a las urnas! Tamborini, mientras que el vespertino «La Razón» titulaba Mañana votará el país por la libertad y la democracia (consigna de la Unión Democrática) y «La Epoca» colocaba en su tapa: Consagrará mañana el pueblo  los  comicios más limpios de la historia. La fórmula democrática: Perón Quijano. El convencimiento de que se triunfaría en tan grande que el 24 de febrero el diario “Noticias Gráficas” aparecen las declaraciones de Tamborini manifestando su beneplácito por el cumplimiento de la palabra empeñada por el Ejército; el 25 de febrero, “La Prensa” titula: Los distintos candidatos de los partidos de la UD elogian el acto comicial mientras que en “La Razón” aparecen las declaraciones de Enrique Mosca afirmando tenemos sobrados motivos para sentirnos gratamente impresionados.  El electorado argentino certificó su profundo deseo de pronunciar, en plebiscito libérrimo, su largamente mantenido anhelo de salir de la anormalidad constitucional que lo ahogaba.  Demás está aclarar que no se reporteaba a un solo dirigente cercano a Perón.  El 26 de febrero “Noticias Gráficas” afirma: Circulan ya profusamente en medios vinculados a las esferas oficiales algunos cálculos alegres sobre el resultado probable de los comicios.  Muchos «paniaguados» del «continuismo» adjudican el triunfo al coronel Perón tales cómputos se habían confeccionado en base a los informes suministrados por la Policía Federal y ya sabemos como calcula la Policía…. se trata de informar en forma de no destruir las ilusiones que el halago fomenta en los altos círculos oficiales. El escrutinio se conoce dos días después.  La historia ya había cambiado.

    La experiencia social de la incorporación de las mujeres al mundo del trabajo fue en los cuarenta algo generalizado, en Estados Unidos y Europa parte del esfuerzo bélico de la Segunda Guerra Mundial, pero al terminar el conflicto hubo una política explícita de retracción de la mujer al seno del hogar, en parte debido a la necesidad de reincorporar a los hombres que volvían del frente de combate. Por el contrario, en Argentina no cesó la tendencia de incorporación al mundo fabril de las mujeres trabajadoras y las que provenían de la clase media a la docencia, comercio y tareas administrativas. Esta presencia social de la mujer se hizo patente cuando junto a los hombres marcharon el 17 de octubre en el surgimiento de los trabajadores en la escena política nacional.

    Eva Perón –Evita- fue el símbolo viviente de muchas de ellas, por eso tomó los derechos de la mujer como causa, no en un contexto sexista como las feministas estadounidenses sino como una cuestión política. Esos derechos no aparecerán como algo abstracto tampoco se trataba de un lugar social concedido a una mujer singular como se habían ganado Victoria Ocampo o Alicia Moreau de Justo, sino el reconocimiento de la madurez cívica . En enero de 1947, Evita sostendrá que la mujer argentina ha superado el período de las tutorías civiles. Aquella que se volcó en la Plaza de Mayo el 17 de octubre; aquella que hizo oír su voz en la fábrica, y en la oficina y en la escuela, aquella que, día a día, trabaja junto al hombre, en toda la gama de actividades de una comunidad dinámica, no puede ser solamente espectadora de los movimientos políticos.  La mujer debe afirmar su acción. La mujer, resorte moral del hogar, debe ocupar su sitio en el complejo engranaje social de un pueblo . La consecuencia de esta iniciativa es la promulgación de la ley 13.010/47 y cuyo resultado se verá en las elecciones de 1951, por la cuales llegarán al Congreso de la Nación 23 diputadas , 6 senadoras y 3 delegadas de los territorios nacionales.  El camino estaba abierto…

 

  • La modernización del estado.
       

    Entre el 24 de febrero de 1946 y el 4 de junio de ese año -en que asume la presidencia Perón- Francisco Miranda -futuro ministro de Economía- fue produciendo las bases de la futura política económica: el 25 de marzo, el presidente Edelmiro Farrell promulga el decreto 8.503/46 nacionalizando el Banco Central de la República Argentina (BCRA) ; el 24 de abril, el decreto 11.025/46 de protección y fomento de la explotación de combustibles sólidos y minerales y el 11.554/46 estableciendo un nuevo régimen para los depósitos bancarios; el 29  de abril el decreto 11.931/46 creando la Dirección de la Marina Mercante; el 24 de mayo el decreto 14.964/46 instituyendo un nuevo régimen para el Banco Industrial; el 28 de mayo el decreto 15.350/46 de creación del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI), el decreto 15.352/46 por el que se disuelven las «juntas» obra del estatismo de Pinedo y sus bienes distribuidos entre los Bancos Nación, Industrial e  Hipotecario  y el IAPI; en la misma fecha el decreto 15.349/46 reglamentando el funcionamiento de sociedades mixtas, por  último,  el 1 de junio el decreto 15.291/46, eximiendo de impuestos a dividendos de acciones invertidas en industrias.                     

 

    El resultado de ello no es solo la creación de instituciones estatales sino que se vio plasmado en la elaboración del Primer Plan Quinquenal.  Esta experiencia era bastante novedosa en el mundo, pues solo existían el plan sexenal mexicano de 1933; un plan quinquenal turco de 1934 y los célebres planes quinquenales de Stalin.  El plan argentino abarcaba el período 1947-1951 y su objetivo básico era realizar la transformación estructural del estado  y la reorganización de la Nación en lo que hace a sus actividades productivas.
 

    Como continuidad del Consejo Nacional de Posguerra a partir de 1946 surge el Consejo Económico y Social, cuyas funciones como organismo consultivo de la Secretaría Técnica de la Presidencia de la Nación, serán las de estudiar asuntos de planificación, coordinar y ejecutar medidas económico-sociales.  Dicho organismo se constituye con representantes del estado, bancos, empresarios y trabajadores. 

    El tema de fondo en la elaboración del Plan Quinquenal es centrar su legitimidad en torno del establecimiento de la Justicia Social, por lo que es indispensable que sea el estado quien garantice ese centro. Cuestión que no está del todo desligada del auge de las teorías keynesianas y las consecuencias que ya se sentían de lo acordado en la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, celebrada en Bretton Woods, New Hampshire, Estados Unidos, del 1º al 22 de julio de 1944.

    Las propias Naciones Unidas sostienen que hoy en día, en la mayoría de los países ya no se discute acerca de sí el estado ha de intervenir en los asuntos económicos y de negocios e introducir algún grado de planeamiento […] El estado no puede mantenerse indiferente ante la desocupación en masa y las grandes depresiones, porque éstas, no solo causan una inmensa  miseria humana, sino que amenazan toda la estructura de la sociedad […] En consecuencia, aun los Gobiernos más conservadores y capitalistas aceptan hoy en día un cierto grado de ingerencia del estado que hubiera parecido revolucionario en los tiempos de Gladstone y Cleveland .

    Perón daba importancia a la fuerza económica, en especial, la capacidad industrial, aunque aclarando que la economía tiene en el estado moderno, una gran importancia en el establecimiento del objetivo político, pero no puede llegar a suplantarlo.  En todo caso, en este orden de ideas, es la política que rige a la economía y no lo contrario.  Von der Goltz parece entenderlo así, también cuando afirma: «ahora como antes rige, por lo tanto, la frase de Napoleón, según la cual la política es el destino» .

    La principal influencia intelectual respecto del papel de la industria en el desarrollo nacional dentro de los militares de la generación de Perón, la ejercía el general José María Sarobe, cuya concepción nacionalista, no ligada ideológicamente a las visiones europeas pro-fascistas le permiten sostener que en el orden internacional, una soberanía efectiva descansa sobre una economía autóctona. Pobreza material y servidumbre política son, desgraciadamente, términos correlativos en la existencia de las  naciones, como en la vida de los individuos .

    Esta concepción implica ver a lo político como una totalidad que contiene al conjunto del pueblo, y por lo tanto ordena un lugar para la economía.  Ella será vista a la luz de los viejos maestros alemanes no como cosa muerta, sino como algo desbordante de vida, esto es, una concepción humanista y nacional que pondrá al hombre como su eje: es el hombre que trabaja la tierra en busca de tesoros, cultiva los frutos del suelo y explota las materias extraídas para revitalizar al pueblo y satisfacer sus necesidades –necesidades a menudo creadas artificialmente- y utiliza lo más posible los procedimientos técnicos . Ante lo cual concluye Perón que dentro de la concepción del estado moderno ya nadie cree que la riqueza y potencia de un país estén representadas por su stock de oro o sus depósitos. La riqueza de un país depende de su potencial humano con su grado de organización, su espíritu de iniciativa y su trabajo; de la extensión y fertilidad de su suelo; de su producción y reservas de materias primas y energía; de sus plantas industriales; de su tecnicismo y de su desarrollo de la investigación técnico-científica; de su red vial y elementos de transporte, que faciliten la distribución fácil y el comercio sano y honesto; de una buena organización de crédito y finanzas que de agilidad al sistema y, finalmente, de la armonía y solidaridad social .

    Desde el principio está presente en el pensamiento de Perón que el estado debe ocupar un papel de «mediador» entre la patronal y los trabajadores, representando no un interés parcial sino el interés del conjunto de la Nación y a la vez, la defensa de los más débiles, por eso, se insiste en «emparejar» las fuerzas por medio de la organización de los trabajadores, apartándose de la concepción de la lucha de clases que traía buena parte del sindicalismo nutrido por inmigrantes europeos así como de la demagogia de algunos políticos. Por su parte, también tomaba distancia del fascismo respecto del lugar que le otorga al estado pues sostiene que no lleguemos a pensar que el estado es todo y los individuos son nada, porque el todo es la Nación y el estado es, dentro de ella, una sola de sus partes .  En esta concepción tuvo influencia la doctrina social de la Iglesia, particularmente las Encíclicas «Rerum Novarum» (1891) de SS León XIII y «Quadragesimo Anno» (1931) de  SS Pío XI.  Por su parte, no es ajeno al pensamiento social-cristiano de Monseñor Miguel de Andrea, quien desarrolla una intensa acción social sin dejar de lado una labor intelectual que se tradujo en sus libros «El catolicismo social y su aplicación» (1941) y «Justicia Social» (1943) .

    El estado es pensado como la organización jurídica de la Nación y debe responder ante todo, a los fines de la ley de continuidad histórica.  A tal efecto se distinguirá entre Gobierno, estado y pueblo.

    En el Gobierno se centraliza el poder y por ello es el lugar desde donde se puede desarrollar un pensamiento estratégico. Al Gobierno lo conforman un grupo de personas con funciones diferenciales, aunque con una misión y fin común. Es el lugar de las decisiones.

    La autoridad que permite a un Gobierno cumplir su función específica emana del pueblo y quien lleva adelante la acción conductora es un mandatario de la soberanía popular.  Así, no se concibe la acción de un Gobierno sin la íntima coordinación con los órganos de la acción -representados por el estado- que son los que realizan y ejecutan las formas prácticas y racionales mediante las cuales se realizan las políticas del Gobierno en forma descentralizada.

    El estado es una entidad necesariamente maleable, que toma nuevas y diversas formas según las necesidades y circunstancias, por eso es concebido por el Peronismo como una herramienta de ejecución del Gobierno.  En la medida que las relaciones sociales van adquiriendo una mayor complejidad el estado crece en su tecnificación y la política se racionaliza en forma creciente.

    O sea, se tiene en claro que la estratificación funcional del estado moderno es una de sus características básicas; que la complejidad de las tareas, el rango técnico que posee la organización, administración y los circuitos institucionales requieren de un funcionariado que requiere cada vez más capacitación y eficiencia.

    Desde esa concepción del estado y de la estructura del poder se buscará alcanzar un creciente control social de los procesos económicos y una relación de la estructura económica nacional respecto de los grandes centros de poder internacional decidida soberanamente y a la vez, la integración con otras economías regionales.  Esto hace que aparezca un predominio del espacio político, representado por el Gobierno y el estado, por sobre el espacio económico y finalmente, la organización masiva de los trabajadores permite su participación en las decisiones a tomar en el campo económico-social.

    Por su parte, se concibe al pueblo bajo la forma de organización libre, en donde ni el Gobierno ni el estado intervienen: por el contrario, el mayor grado de libertad en su organización permite proteger el mandato que el gobernante recibe y acompañar en su realización como también sirve para corregir las desviaciones que el Gobierno o el propio estado puede realizar respecto de esa voluntad popular.

    Así se concibe la soberanía popular desde la cual, la democracia es una forma de gobierno que solo puede ser ejercida plenamente desde la existencia de la Justicia Social pues, no solo el pueblo debe poseer la libertad necesaria para gobernarse a sí, sino también, debe adquirir la dignidad y el bienestar social que es indispensable para ejercer las facultades de autodeterminación.

    No sostiene Perón una postura  anti-capitalista, sí de frenar el avance de lo que hoy llamaríamos el  «capitalismo salvaje», el mismo aclara los límites de esta posición:  no somos  enemigos del  capital, aún foráneo, que se dedica a su negocio; pero sí lo somos del capitalismo, aún argentino, que se erige en oligarquía para disputarle a la Nación el derecho de gobernarse por sí  […] nos han acusado de que utilizamos la economía dirigida.  Eso presupone en los acusadores o maldad o ignorancia.  Nosotros estamos respetando la  ley de la oferta y la demanda […] Nuestras transacciones en lo interno y en lo externo obedecen a los precios fijados en el comercio internacional .

    Dentro de esa concepción de «estado de bienestar» se crean instituciones características de ese modelo, una de ellas es el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) El objetivo de éste era resguardar de la producción argentina frente a los vaivenes del mercado internacional siguiendo las experiencias altamente eficientes de la Canadian Wheat Board que  funcionaba desde 1935,  la  Australian  Wheat Board y la Commodity Credit Corporation de los Estados Unidos, ambas funcionando desde 1939.  Por medio de este organismo se lograba abrir nuevos mercados para colocar la producción y minimizar los costos para realizar una adecuada publicidad, en el mercado internacional, sobre la calidad y diversidad de nuestros productos.

    Por otra parte,  el IAPI otorgaba fondos a las  reparticiones públicas para la compra de bienes de capital como también a las Fuerzas Armadas para la adquisición de material bélico.  Los gobiernos provinciales recibían financiamiento para la compra de nuevos bienes de capital como camiones, tractores y equipos para obras viales .

  • Las obras de gobierno

    Ya iniciado el Primer Plan Quinquenal, el presidente de la Sociedad Rural Argentina, José Alfredo Martínez de Hoz (padre de quien fuera ministro de Economía en 1976) aprovechará el discurso de inauguración de la XIVº Exposición Rural (1948) y recriminará  a Perón y Miranda -allí presentes- que de un tiempo a esta parte, es dable observar la tendencia a subestimar la función rectora que en nuestra economía tienen las actividades rurales […] se olvida que el progreso alcanzado por el país, que el desarrollo de nuestros grandes centros urbanos, que el bienestar de la vida ciudadana ha sido posible, en gran parte, gracias a la intensa e ininterrumpida corriente de riqueza producida por el trabajo rural .  Pero estos hombres representaban un país que estaba desvaneciéndose rápidamente.  La industria en su conjunto asume un rol líder en el crecimiento económico, puesto que pasa a tener una participación mayor en el producto bruto interno  que el sector agropecuario, precisamente, porque crece a un ritmo más  acelerado y absorbe mayor mano de obra.

    Tal como expresáramos, el fundamento de esta política es la llamada «ampliación del mercado» y la conformación de un «pacto social» entre los trabajadores y los empresarios, una de cuyas consecuencias es el aumento del poder adquisitivo y el mejoramiento de la calidad de vida de los trabajadores y la creciente clase media, que pasan de recibir el 46.8% del PBI en 1946 a recibir el 57.9% en 1955.  La expansión  industrial elevó la calidad de vida del trabajador y por lo tanto, éste incrementó su consumo, permitiendo ampliar el mercado nacional de  los productos agropecuarios, lo cual permitía un cierto equilibrio ante los cambios bruscos en el mercado internacional. 

 

    Aquí aparece la cuestión de la redistribución del Producto Bruto Interno. En términos de  «contabilidad social», se denomina «producto» a la magnitud resultante de sumar el valor agregado de los bienes y servicios producidos durante un año en una determinada economía;  y se nombra como «redistribución» a la suma de remuneraciones y utilidades percibidas por los distintos agentes productivos que han contribuido, con su trabajo, a formar el «producto». Estos agentes productivos son divididos en dos grandes sectores: el sector «capitalista»  que comprende a los empresarios, rentistas,  profesionales,  etc. y el sector «trabajo» que comprende a los asalariados .

    El propio «Informe Preliminar» encargado por las autoridades posteriores al derrocamiento de Juan D. Perón sostiene que la proporción de los sueldos y salarios en el ingreso total argentino era antes relativamente baja. Así,  en 1945 fue apenas  del 46.7% y en 1954 ha pasado a 59.6%, incluyendo los aportes jubilatorios, con lo cual se ha ido acercando a la de países avanzados como los Estados Unidos, en donde los sueldos y salarios constituyen el 69% del ingreso total .

    Algunas de las principales medidas tomadas en tal sentido fueron el  decreto 1740/45 por el que se estableció el derecho de todo trabajador a gozar de un período mínimo y continuado de vacaciones pagas; el decreto ley 33302/45 que, además de garantizar la obligatoriedad de un salario para todo trabajo realizado en cualquier lugar del país, fijó nuevos montos de indemnización, nuevos plazos de preaviso de despido, estableció el sueldo anual complementario (aguinaldo) como la doceava parte de los sueldos  obtenidos en un año de trabajo, forma complementaria de redistribución de las ganancias producidas por cada trabajador,  creó el Instituto Nacional de Remuneraciones; y por último una serie de estatutos particulares que reglaban la labor por sector.
             
    En el tramo inicial del proceso aparecen claros elementos que simbolizan el aumento de la calidad de vida de los trabajadores argentinos, pero habrá tres que aparecen como los más representativos: la heladera Siam (con motor Westinghouse) el turismo social (especialmente Córdoba y Mar del Plata) y la vivienda propia.  Es así como entre 1946 y 1949, sólo el Banco Hipotecario otorgó 131.000 préstamos, calculándose que en 1952 se habría llegado a un total de 217.000 viviendas construidas por diversos medios . Una forma de tomar una magnitud de lo que ello significó, es comparando los  resultados de la gestión de la  Comisión Nacional de Casas Baratas que existía desde 1912 y que apenas había podido edificar 1000 unidades en 33 años.

    Al actuar los bancos del estado inyectando créditos y sumándosele a ello el alza de los salarios para promover una reactivación general, tuvo como consecuencia, una intensificación de la demanda de bienes, de materias primas y mano de obra.  Al no haber un exceso de oferta de ellas, se ejerció una presión que elevó los precios a partir de 1948. Este principio de inflación fue considerado una circunstancia inevitable que -a diferencia de los procesos inflacionarios posteriores y especialmente desde mediados de la década del ’70- era acompañado de crecimiento y producción. Los empresarios o como se solía llamar, el sector capital, pasaba de obtener 53.2% del PBI en 1946 a 42.1% en 1955, pero lo que en porcentajes aparecía como disminución en términos reales quintuplicaba las ganancias.

 

    Por su parte, la ingerencia estadounidense no cesó tras el triunfo electoral de Perón.  Aparece así un plan de hostigamiento tanto a Argentina como a países que toman caminos parecidos (Brasil, Guatemala, Bolivia, Chile, Ecuador, etc.).   En el caso de nuestro país, la Secretaría de Estado inicia una campaña de desprestigio  caracterizando a nuestro gobierno como «nazi-fascista» y corporativista,  entreviendo una supuesta confabulación de la colectividad alemana en Argentina y Brasil, para instaurar un IVº Reich; se establece un embargo parcial de combustible; se ejerce presión sobre el comercio argentino y terceras naciones, cuestionando los contratos bilaterales y realizando para ello una  política de «dumping»; se amenaza de privar a  Argentina de insumos industriales (chapa, soda cáustica, solvay, etc.) como instrumento para determinar los precios de la producción; EEUU ejerce presión para negar la invitación a nuestro país a la conferencia preparatoria de la Organización Internacional del Trabajo; sostienen una cerrada oposición a la venta de maquinarias y otros elementos que permitan  intensificar la política de industrialización pesada y el desarrollo de las investigaciones  con energía atómica;  se intenta impedir la expansión de la Marina Mercante y la Administración de la Cooperación Económica de los EEUU a cargo del Programa de Recuperación Europea (Plan Marshall) y, finalmente, presiona para que los países europeos no compren alimentos argentinos .

                   

    El primer intento de reorganizar el comercio exterior se realiza con Gran Bretaña.  Con la primera se firma el acuerdo Miranda-Eady el 17 de septiembre de 1946, por medio del cual se replantean  los acuerdos anteriores  y se  trata la deuda que Gran Bretaña posee con Argentina por los suministros  que durante la guerra se le enviaran.

    En dicho acuerdo se sostenía la posibilidad de disponer parte de las libras que Gran Bretaña debía a Argentina pero que, a su vez, ellas debían servir parcialmente para repatriar deuda pública. Por otra parte se aseguraba la disponibilidad de  5.000.000 £ anuales durante cuatro años que duraría el Convenio, para el pago de transacciones  corrientes y para cubrir el déficit de las balanzas de pago en el área comercial de la libra.  En lo sucesivo las libras por ventas a Gran Bretaña serían de libre disponibilidad. En relación con las carnes, el gobierno británico se comprometía durante cuatro años a partir del 1º de octubre de 1946, a adquirir los saldos exportables, reservándose a Argentina para su venta a otros mercados el 17% para el primer año y el 22% para el segundo, comprometiéndose los británicos a comprar todo saldo no vendido.  Los precios excederán el 45% sobre el contrato global de 1939 y Gran Bretaña pagaría 5.000.000 £ liberadas para ajustar los precios del período 1939-1945. Por último, en materia ferroviaria se replanteaban los términos del plan Pinedo de 1940 en lo concerniente a la  formación de  una  empresa mixta, sobretodo teniendo en cuenta el vencimiento de la vigencia de la ley  Mitre de excepción impositiva y aduanera para las empresas británicas.

    La  clave  del  acuerdo  es  el  compromiso  inglés  de mantener la convertibilidad de la libra pues así  Argentina, al cobrarla, convertía libras en dólares y con ellos compraba suministros en los  Estados  Unidos para construir una industria moderna y eficiente.

    El 20 de agosto de 1947, Gran Bretaña rompe su compromiso y declara la inconvertibilidad de la libra esterlina –virtual default- en virtud del creciente déficit de la balanza comercial británica, que no alcanza a compensar la ayuda de los Estados Unidos y de otros organismos mundiales como el Fondo Monetario Internacional.  Para Argentina ello significó el congelamiento indefinido del pago de la deuda británica y por lo tanto corría peligro la posibilidad de desarrollo nacional.  Ramón Cereijo, ministro de Hacienda por entonces, recuerda que los ingleses sostuvieron que la deuda que esos alimentos habían producido no debía pagarse, pues eran la contribución argentina a la guerra ya que, ellos habían puesto los soldados y nosotros la comida .

  Cuando Gran Bretaña declaró la inconvertibilidad de la libra, solo quedaba una forma de recuperar la deuda inglesa la cual era una  medida estratégica para continuar el desarrollo productivo  del país,  se plantea la posibilidad de comprar los ferrocarriles, propiedad de compañías británicas.

    Más allá de las razones económicas que explicamos a continuación, es importante tener en cuenta que dicha compra se pensaba desde un  pensamiento estratégico que tiene como  objetivo el  desarrollo industrial del país, para lo cual requiere de una red de transporte económico y seguro, al servicio del proceso de sostener una creciente Justicia Social. Los ingleses hacía varios años que deseaban asociarse al estado pero manteniendo  el control  de la fusión o vender los ferrocarriles. Esta última opción era la única que permitía incorporarlos a dicho proyecto estratégico.
 
    El 18 de diciembre de 1946 el Gobierno adquiría las compañías de ferrocarriles de capital francés: Compañía General de Ferrocarriles de la Provincia de Buenos Aires, Compañía Francesa de Ferrocarriles de  Santa Fe  y la muy importante Compañía del Ferrocarril de Rosario a Bahía Blanca que transportaba a un puerto de aguas profundas la producción cerealera.

    Es interesante conocer al respecto la opinión de quien fuera embajador británico hasta 1946 -sir David Kelly- quien sostiene que desgraciadamente, todo control de los ferrocarriles había estado hasta entonces en Londres en manos de una docena o más de directores ya ancianos, de los cuales la mayoría eran gerentes retirados, sin influencias, y que vivían recordando la Argentina de antes de 1914.  En 1942 […] el presidente, sir Fillet Holt […] adoptó la posición de que las compañías no podían tomar iniciativa de ninguna especie y de que toda la responsabilidad de la falta de ganancias la tenía el Gobierno británico por no amenazar con una reducción en el precio pagado por la carne argentina […] Pasados varios meses, se les dio poderes ha Eddy, Drayton y Forres para negociar un acuerdo completamente nuevo, pero como lo demostraron los hechos, la tentativa fue demasiado tardía […] Un año después de mi partida, mediante una operación de trueque, esa gran realización de la habilidad y del capital ingleses que representan los ferrocarriles argentinos fue cambiada por abastecimientos de carne por un período de dieciocho meses .

    ¿Por qué no se esperó hasta 1955 en que terminaban las concesiones? Por que en 1949 el precio de muchos productos era manipulado a través del precio de los fletes.  Tomemos algunos claros ejemplos: trasladar desde Salta a Buenos Aires 1 Kg. de harina costaba $ 2.06; desde Salta a Córdoba $2.53; recordemos que para llegar a Buenos Aires desde Salta se pasa por Córdoba, pero la harina en Buenos Aires se podía exportar y para ello se usaban las instalaciones que las compañías inglesas tenían en el puerto, etc.  El plomo en bruto traído desde Jujuy hasta Buenos Aires costaba  $32 la tonelada de flete,  pero si era traído desde Bolivia -pasando por Jujuy- costaba $22 la tonelada de flete.

    A su vez, se realizaron críticas a la compra de  los  ferrocarriles  centradas  fundamentalmente  en el déficit que producían. Esta crítica no  toma en cuenta dos cuestiones: a) el «negocio» del ferrocarril –en el mundo- no es el traslado de personas –que es considerado como un servicio público- sino el de mercaderías, en nuestro caso, es a tal punto así que viendo un mapa de las vías férreas notamos como todas convergen sobre Buenos Aires, Rosario y Bahía Blanca, los tres puertos por los cuales se exportaba la producción argentina; b) se debe tomar en cuenta el  volumen de lo comprado, que excedía a los ferrocarriles propiamente dichos como se verá más adelante.

    Por otra parte, en una situación donde la política comercial internacional -especialmente la estadounidense- disponía de grandes subsidios tanto para la producción agraria como de materias primas en general; las obstrucciones estadounidense al desarrollo del comercio exterior argentino, y la necesidad de incrementar nuestras exportaciones, hicieron que subsidiar el transporte de cargas fuera la «forma argentina» de compensar las adversas condiciones políticas del mercado internacional y establecer un federalismo económico solidario, donde el costo de esta operación descarga en su mayor parte sobre la población que vive en las grandes ciudades, particularmente la de Buenos Aires y Gran Buenos Aires que es la que  tiene el más alto nivel de vida.      

                                                      

    La negociación estaba en manos de Juan D. Perón, Atilio Bramuglia y Francisco Miranda, y después de varios «regateos» la compra se realiza por £ 150.000.000 que se pagara en su mayor parte con la deuda inglesa. ¿Pero que se compró?:

* 2512 locomotoras; 443 coches eléctricos;  60.000 vagones de diversos tipos.
* 39.000.000 de durmientes
* 82.000 Km. de alambrado.
* 2.000.000 m2 de galpones.
* 1.000.000 m2 de casas, estaciones; edificios de estaciones terminales; edificio de Av. Paseo Colón 185 (Buenos Aires).
* 30.000 hectáreas de terrenos en Buenos Aires y Gran Buenos Aires.
* 47.209.500 hectáreas de terrenos a lo largo de 24.453 Km. de vías.
* 49.000.000 Km. de rieles (equivalente a 2.450.000 TN de hierro)
* 30.000 Km. de líneas telegráficas más sus instalaciones técnicas.
* Dock Sud: 3.434 m. de muelle;  40 grúas; 7 galpones con una capacidad de almacenar 57.600 toneladas; 8.000 m2 de terreno; 3 elevadores con una capacidad de 23.800 TN. 1 usina eléctrica.
* 14% de la Empresa Eléctrica de Bahía Blanca.
* Depósitos Frigoríficos San Juan.
* Compañía de Muelles y Depósitos del Puerto de La Plata S.A.
* 11% de la Compañía de Tierras y Hoteles de Alta Gracia; Hoteles Sudamericanos.
* 20% del Frigorífico de Productores de Uva de Exportación y Congelado de Frutas;  Frigorífico y Mercado del Once; Distribuidora Nacional de Frutas.              
* Compañía Internacional de Transporte; Compañía de Transporte Expreso Villalonga S.A.; Compañía de Transporte de Pasajeros «El Cóndor».; Transportes Cordilleranos S.R.L.; Trasportes Regionales Argentinos; Compañía de Transportes del Litoral.
* Fomento del Norte Argentino Agrícola-Ganadera e Inmobiliaria.
* Sociedad de Aguas Corrientes de Bahía Blanca.
* Sociedad de Consumos Ramos Generales.
* Ferrocarrilera de Petróleo.
* Líneas económicas Decauville.
* 17.000 pequeñas propiedades anexas.

 

    Conjuntamente con esta medida se realizan una serie de nacionalizaciones por medio de las cuales el estado se hace cargo de las compañías proveedora de gas y las telefónicas, naciendo «Gas del Estado» y «Teléfonos del Estado».

    La nacionalización de dichas empresas permitió sumar masivamente nuevos elementos propios de la modernidad urbana como el teléfono, del cual habrá un crecimiento de más del 100% de líneas instaladas entre 1949 y 1951, y la red de gas , que tendrá el 125% más de usuarios entre 1943 y 1951.       
       
               

    Tras la firma de la Carta de las Naciones Unidas, el Consejo Económico Social de ese organismo recibe una serie de proposiciones estadounidenses elaboradas un año antes, a fin de fijar las pautas de la política monetaria y comercial de la post-guerra; entre octubre y noviembre de 1946 representantes del 90% del comercio mundial elaboran un informe que presentan en la Conferencia de La Habana.  Resultado de ésta última, el 24 de marzo de 1948 queda aprobado un nuevo estatuto destinado a regir el comercio internacional.  Argentina no ratifica el mismo pues su opción respecto del comercio internacional es el bilateralismo en tanto que Estados Unidos planteará la necesidad de que el mercado establezca relaciones  intergubernamentales como multilaterales.  La negativa argentina tenía que ver con la inseguridad de poder mantener la convertibilidad de la libra esterlina y la paridad de precios entre los productos manufacturados y los agrícolas; el riesgo que se corría era la desvalorización de las exportaciones argentinas y el bloqueo de fondos en el exterior. La posición argentina sostiene que en el mercado mundial es indispensable sustituir el viejo concepto de simple complementación, que ha caracterizado las relaciones de los grandes países industriales con las zonas abastecedoras de alimentos y materias primas, por un concepto más amplio de interdependencia que facilite, mediante bases equitativas de intercambio, el desarrollo de los países y defina normas efectivas de convivencia internacional .

    Los criterios aprobados en La Habana, si bien eran complementarios del acuerdo de Bretton Woods y la creación del Fondo Monetario Internacional, no obedecían solo a criterios o “leyes económicas”, sino que era un corolario de los acuerdos políticos de Yalta y Potsdam, pues así la Unión Soviética tiene un lugar dentro del organismo de comercio internacional y es co-autora de las reglas del comercio mundial, junto a Estados Unidos.

    Guardando coherencia con su posición internacional, el gobierno argentino abre líneas de crédito a los países devastados de Europa, en el caso de España se concluyó las negociaciones de  un acuerdo de intercambio que fue el de mayor importancia en ese momento (u$s  386 mill de 1948); también se  abrieron créditos para Italia (u$s 80 mill) Francia (u$s 136 mill)  Holanda  (u$s 28 mill) Finlandia (u$s 14 mill) y luego a los países del este europeo.

    La apertura de estas líneas de crédito para comprar productos argentinos está directamente ligada al desarrollo industrial naciente, que a su vez permitía una mayor recaudación fiscal  lo cual redundaba en una mayor disponibilidad por parte del estado de fondos para avanzar en la modernización y armonización de las estructuras dependientes del mismo, como la salud y la educación .

 
                                                  

                                                 Ramón Carrillo,  ministro de Salud Pública

 

    Las transformaciones políticas e institucionales plantean la necesidad de reformar la Constitucional Nacional con el objeto de incorporar a ella los correspondientes criterios de legalidad expresados en la promoción del bienestar general y la cultura nacional e incorporando la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política como sus principios básicos. El Consejo Nacional del Partido Justicialista elaboró un proyecto y diversos particulares enviaron sugerencias e incluso, el constitucionalista Pablo Ramella elevó otro proyecto completo.  A su vez se desarrolla toda una discusión que plasma la revista «Hechos e Ideas» acerca de los diversos aspectos que debería contemplar la futura carta. La oposición no solo no presenta alternativa a los textos propuestos, sino que se niega a establecer un consenso, tampoco logró el Gobierno encontrar el camino para ello.

    Quienes se oponen a la reforma constitucional reducen a ésta a la incorporación de la reelección presidencial y plantean la intangibilidad del texto de 1853. Frente a ello, el filósofo Carlos Astrada sostendrá que erigir los principios de la concepción liberal burguesa en «categorías  objetivas y eternas» fue obra de la época iluminista, anclada en una visión anti-histórica de la vida […] Las Instituciones y Constituciones, también productos históricos que responden a las necesidades de costumbres y épocas, no son pues intangibles. El mismo principio que las ha traído a la vida, haciendo de ellas estructuras objetivas, expresivas de exigencias jurídicas y políticas de un pueblo, puede modificarlas e incluso reemplazarlas por otras y hasta hacerlas desaparecer.  No es el pueblo […] para la Constitución, para rendirle culto idolátrico, para vivir extasiado en la sabiduría, supuestamente infalible, de los que la dieron. Sino que toda la Constitución […] es para el pueblo, para su gobierno y mejor desenvolvimiento y él puede y debe, a fin de satisfacer nuevas exigencias y anhelos, verla y reformarla . 

    La oposición pasa por una situación muy dura, en los comicios para la Asamblea Constituyente -el 5 de diciembre de 1948- el Peronismo obtuvo el 66% de los votos.   La política de la minoría será encerrarse en una discusión técnica de como convocar a dicha Asamblea y decide abandonar la Convención,  que en el decir de  Pablo Ramella  fue uno de los grandes errores históricos del radicalismo,  por cuanto hubiera  sido la gran oportunidad de  hacer un pacto entre los dos grandes partidos populares ,  en búsqueda de consolidar la gobernabilidad del sistema político. Esta actitud se rectificará cuando se plantea la reforma de 1994.

    En la redacción definitiva de la Constitución aprobada en 1949  se encuentran también las sugerencias de Perón de incluir los «derechos del trabajador» (art.37): a trabajar, a percibir una retribución justa, a capacitarse, a tener condiciones dignas de trabajo,  a la preservación de su salud,  a gozar del bienestar (art. 38-40), a la seguridad social, a la protección de su familia, al mejoramiento económico y a la defensa de sus intereses profesionales; las de Evita sobre los «derechos de la ancianidad»: a la asistencia, a la vivienda, a la alimentación sana y adecuada a la edad, al vestido decoroso y apropiado, al cuidado de la salud física y moral, al esparcimiento, al trabajo, a gozar de tranquilidad y al respeto y consideración de sus semejantes. También aparecen las intervenciones de Ramella, Arturo Sampay, Italo Luder, Bernar Martini que propiciaron el reconocimiento de la labor gremial, el de la posición social de la propiedad y de otros principios sociales (art.35). El espíritu de algunos de estos artículos se mantienen hasta nuestros días –aunque muy resumidos- en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional.

    Directamente vinculado a este sentido de transformación institucional  se elimina el  Consejo  Económico  y  Social y se crea por decreto 18.184/49 la Comisión Nacional de Colaboración Económica como organismo consultivo del Consejo Económico Nacional,  lo cual mantiene y profundiza una experiencia propia del  Peronismo como lo  es la política de concertación.

    El mencionado Consejo Económico Nacional fue creado por decreto 22.047/47, si bien era un organismo del estado, su política está directamente asociada a la concertación con los sectores privados.  El mismo era un órgano de coordinación de la política económica, integrado por los ministros nacionales y secretarios de estado a cargo de las siguientes áreas: Hacienda, Agricultura, Obras Públicas, Industria y Comercio, Trabajo y Previsión y el Secretario Técnico de la Presidencia.  El presidente del  Consejo preside a su vez, la Comisión Nacional de Cooperación Económica.

    La Comisión tiene como objetivo -tal como quedó explícito-incentivar la participación de las fuerzas sociales que consoliden el sistema y para ello, se convocan dos representantes  de  las siguientes áreas a su conformación: productores rurales, industriales, empresarios del comercio, importadores, trabajadores industriales, rurales, del comercio, representantes de la CGT y representantes independientes de los consumidores.   

    Aparece también una doctrina de estado que rige las relaciones internacionales de la Argentina: la Tercera Posición.  Es enunciada por primera vez en un  mensaje radiofónico pronunciado por Perón el 6 de julio de 1947, en donde se convoca a los pueblos y naciones a la paz, no ya por la victoria en una guerra, sino por la solidaridad y la búsqueda de justicia social. Ello se traduce en no reconocer el alineamiento que las grandes potencias intentan por la partición del poder mundial en dos grandes áreas de influencia encabezadas por los Estados Unidos y la Unión Soviética respectivamente.

    En ese realismo político casi brutal que ejercen los estadounidenses, sostendrán que la Tercera Posición es una forma de  aumentar el «poder de regateo» o, más aún, la posibilidad de desarrollar  políticas nacionales aprovechando los desentendimientos entre los EEUU y  la URSS y balanceando el peso de las relaciones de los primeros a través de los vínculos con «potencias no americanas»  .

    En el marco de la «guerra fría»,  el canciller chileno habla el primer día de la reunión de Bogotá (1948) fija una postura: no hay lugar para «terceros frentes», haciendo clara alusión a la posición argentina.  Al día siguiente hará uso de la palabra el secretario de  estado estadounidense George Marshall que, frente a las expectativas latinoamericanas sintetizadas por el canciller peruano pidiendo un «plan Marshall para América», responde que América Latina no solo no debe esperar ayuda especial de los Estados Unidos,  sino que debe colaborar en la reconstrucción de Europa. Tras él, el canciller argentino Atilio Bramuglia declara que, ante el peligro del comunismo -eje de la política estadounidense- no vinimos aquí a atacar  consecuencias, sino a combatir causas  por lo que nuestro  continente no debe volver al sistema económico colonial bajo el cual ha sido utilizado como proveedor de materias primas baratas .

    Como respuesta a esta política argentina, el Departamento de Estado de los EEUU hacía llegar a los gobiernos latinoamericanos «mensajes» en los cuales se hablaba de los planes «imperialistas» argentinos, de una «exportación del Justicialismo» como ideología subversiva a otros países  e incluso llega a plantear la posibilidad de que la colectividad alemana y otros sectores proclives al nacional-socialismo  constituyeran en estas tierras un «IV Reich».   No obstante varios documentos oficiales de Estados Unidos señalan que Argentina no estaba en condiciones de hegemonizar un bloque opuesto a ese país en la región. Todo ello no era sino «guerra psicológica» .

RESULTADOS DEL PRIMER PLAN QUINQUENAL

REALIZACIONES EN EL CAMPO INDUSTRIAL

PRODUCCION: tomando la producción de 1943 como base 100 se llega a 1946 con 125 y a 1950 con 161, o sea, un incremento del 9% anual.

FLOTA PETROLERA YPF: en 1946 se contaba con 13 unidades con un porte bruto de 119.000 toneladas, en 1951 se llega a 21 unidades con un porte bruto de 229.000 toneladas, prácticamente duplicando el anterior.

GAS: en 1943 recibían gas 29 centros poblados, en 1950 reciben 52 centros poblados; en 1943 hay 216.000 consumidores y en 1950 455.000 y 700.000 en 1951. Se realizó el gasoducto  Comodoro Rivadavia-Buenos  Aires.

RADICACION DE INDUSTRIAS: a partir de la firma del decreto 3347, el 5 de febrero de 1948 hasta fin de 1950 se acordaron 196 solicitudes de radicación de empresas, que dieron trabajo a 4440 técnicos.  Producto del Primer Plan Quinquenal y su incentivo a la iniciativa privada se logra la creación o ampliación de 20.000 empresas, entre las cuales figuran 130 actividades hasta entonces desconocidas en el país.  Con la ayuda financiera estatal, mineros argentinos descubren los yacimientos ferríferos de Sierra Grande (Pcia. del Río Negro).

 REALIZACIONES EN EL SECTOR AGROPECUARIO

PRODUCCION: la cosecha de cereales y lino 1950-1951 tiene un incremento de la producción de un 10% respecto de la realizada en 1946; en cultivos industriales el aumento fue del 6%, en fruta 9% y en papa 24%.

CREDITO: se fija como tipo de interés para los créditos agropecuarios una tasa del 5% anual, la cual es dos puntos más bajos que la general aplicada desde 1946.

COLONIZACION: desde 1941 hasta 1946 la Nación había adjudicado 55000 hectáreas de tierra, desde 1946 hasta 1950 se adjudicaron y entregaron 455.000 hectáreas beneficiándose a 3200 familias.  Por imperio de la Ley de Tierras 13995, se otorgaron 4480 títulos de propiedad, permisos y concesiones que benefician a otras tantas familias.  En 1946 los elevadores de granos tenían una capacidad de 164.000 toneladas a fines de 1951 se llega a las 500.000 toneladas.

             REALIZACIONES EN LOS SERVICIOS PUBLICOS         

FERROCARRILES: en 1946 había 3500 locomotoras y 79600 vagones en 1950 habrá 3900 locomotoras y 81500 vagones.

TRANSPORTE AEREO: en 1946 se realizaban 73 vuelos mensuales regulares y en 1950 llegan a 550 mensuales.

FLOTA MERCANTE NACIONAL: en 1950 habrá 163 unidades con 950.000 toneladas.

FLOTA FLUVIAL: en 1946 tenía una capacidad de 14.700 toneladas y en 1950 llega a 550.000 toneladas.

CORREOS: en 1946 había 148 edificios propios y al llegar 1950 se había construido 111 más.

TELEFONOS: en 1946 había 517.000 aparatos y en 1950 719.000 aparatos.

AEROPUERTOS: se construye el aeropuerto «Ministro Pistarini» (Ezeiza).

CONSTRUCCION Y OBRAS PUBLICAS: se construyeron edificios educativos, obras sanitarias, barrios de viviendas (solo en la ciudad de Buenos Aires y G.B.A. fueron 17261  viviendas  distribuidas  en  21  nuevos barrios),  obra caminera,  obras destinadas al  turismo social y obras hidráulicas.

CONSTRUCCION DE VIVIENDAS EN FORMA PRIVADA: El Banco Hipotecario Nacional desde 1886 hasta 1946 otorgó créditos para 20.000 unidades de vivienda; desde 1946 hasta 1950 lo hizo para 135.000 viviendas.

OBRAS SANITARIAS: en 1946 se beneficiaban por este servicio 5.700.000 personas distribuidas en 220 localidades.  En 1950 se beneficiaban 7.100.000 personas distribuidas en 350 localidades.

RELACIONES LABORALES

    Durante el Primer Plan Quinquenal (1947-1951), la Secretaría de Trabajo y Previsión celebró 1330 convenciones colectivas de trabajo y durante 1952 se han firmado convenciones con todos los gremios del país.

  • El segundo gobierno

    El 11 de noviembre de 1951 hay nuevas elecciones presidenciales y, de acuerdo a la Constitución modificada en 1949, Perón se presenta para su reelección.  Existe un intento propiciado por parte de la Confederación General del Trabajo (CGT) de que la fórmula fuera «Juan D. Perón-Eva Perón» y para lo cual se realiza una concentración en la avenida 9 de Julio el 22 de agosto de ese año donde concurren cerca de 1.000.000 de personas.

    Ello produjo malestar en las Fuerzas Armadas en donde ya se están planificando intentonas de golpe de estado, una a cargo del general Eduardo Lonardi y acompañado por el general Eneas J. Colombo, los coroneles Juan Carlos Lorio y Carlos Salinas y el teniente coronel. Bernardino Labayrú; la otra encabezada por el general. Benjamín Menéndez y acompañado por los mayores Alejandro A. Lanusse, Tomás Sánchez de Bustamante, Manuel Raimúndez, el capitán Guatavo Martínez Zuviría, los brigadieres Guillermo Zinny y Samuel Guaycochea y el vicecomodoro Jorge Rojas Silveira.  Dos revoluciones paralelas no era por cierto lo más aconsejable; no obstante, fracasaron todos los esfuerzos tendientes a la unidad; la intransigencia fue recíproca .  Esta fuerza centrífuga se mantendrá constante en la oposición al Peronismo pero en esta situación, Lonardi comprende el esfuerzo inconducente y aborta «su» golpe de estado.  La derrota del levantamiento militar efectuado por el general Menéndez a manos de la Policía Federal incrementa el odio opositor de un sector de las Fuerzas Armadas y será el almirante Vicente Baroja –jefe de la aviación naval- quien lo exprese: habíamos confiado en derrotar al tirano con pequeñas acciones sin derramamientos de sangre.  La lección fue que era preciso llegar al derramamiento de sangre .

    A su vez, parecería que el mismo Perón se opone a mantener la fórmula «Perón-Evita» por diversas razones entre las que se  encontraría el conocimiento de que su esposa estaba enferma de un cáncer  terminal. El episodio concluye con el llamado «renunciamiento» de Eva Perón, lo cual fue interpretado por algunos como una síntoma de debilidad política de Perón que en su intento de armonizar las diversas fuerzas existentes le concedía –fundamentalmente al Ejército- el retiro de la candidatura de su esposa; por otro lado –y más allá del tema de la enfermedad- las consecuencias de la aparición de Evita en el escenario institucional del país eran imprevisibles no por carecer de legitimidad –que la poseía totalmente- ni por una supuesta «radicalización» –Evita jamás dejo de estar subordinada a la estrategia política de Perón- sino por la oposición cerrada que podría haber generado en un sector de la población de clase media que debía ser integrado para avanzar en la profundización de las transformaciones del país.

 
                                   

    La fórmula será  nuevamente Juan D. Perón – Hortensio Quijano (reemplazado al enfermarse por el contralmirante Alberto Teisseire)   y  triunfa por el 62.48% de los votos,  obteniendo el radicalismo la primera minoría con el 31.81% de los votos con la fórmula Ricardo Balbín – Arturo Frondizi. El análisis de tales cifras no permiten demasiadas dudas respecto de la legalidad y legitimidad del Gobierno, sin embargo crece un proceso que envolverá a la clase media (que no necesariamente vota en contra de Perón) de intolerancia.   Hemos hablado de dos proyectos sociales: uno que  tiene  que ver con el imaginario de  volver a una Argentina previa a 1943 y otro que se construye a partir de 1946; manteniéndose una situación en la que ambos no encuentran ni siquiera un acuerdo en los criterios de legitimidad.

    Con referencia al poder popular que expresaba el Peronismo, sostiene Tulio Halperín Donghi -representante de un sector «progresista» de la clase media- que: cada confrontación  electoral volvía por otra parte a poner al desnudo lo que esa aspiración desaforada tenía  de excesivo aun las victorias más abrumadoras, lejos de revalidar la legitimidad de los ganadores,  revelaban que la Nación,  a la que incesantes rituales mostraban unánimemente encolumnada detrás de su conductor, ocultaba en los plieges de su electorado un irreductible tercio opositor  […]  lo cual hizo más difícil asimilar la revolución social que fue el peronismo […] bajo la égida del régimen peronista, todas las relaciones entre los grupos sociales se  vieron súbitamente redefinidas, y para advertirlo bastaba caminar las  calles o subirse a un tranvía .    

    A esta situación conflictiva del orden político se le sumó las dificultades climáticas que alteraron la producción agrícola, los períodos de sequías en las campañas 1949/1950 y 1951/1952 disminuyeron la producción de cereales, lino y girasol.  En esta última, hay una disminución del área sembrada del 16%  respecto de la campaña 1950/1951  considerada  como  normal, y una producción que baja el 51.09%. Este proceso se normaliza a partir de la campaña 1952/1953 pero sus efectos en la ganadería por las pérdidas de pasturas naturales es mayor y a largo plazo: entre 1949 y 1952 hay una disminución del 53% en la exportación  de carnes.

    La política seguida para superar la crisis buscaba que las medidas fueran acompañadas por igual sin distinción de clases ni recursos. Se dispuso la restricción de la faena de terneros y que la matanza de un día por semana se destinara a la exportación, prohibiendo faenar otro día a la semana.  Se reemplazó el tradicional «pan blanco»  de harina de trigo por uno realizado con una mezcla de trigo y centeno, señalado por la oposición como «un símbolo de la decadencia peronista».

    Desde el Gobierno se concibió esta situación como una «pausa» en el crecimiento económico del país para enfrentar lo que se consideraba una crisis de desarrollo.  Era necesario contener la inflación, equilibrar la balanza comercial y de pagos y reactivar la producción agropecuaria.  Invocando un pacto social con sacrificios compartidos, se implementó un congelamiento de salarios (extendiendo la vigencia de las convenciones colectivas a dos años) y de precios, luego de algunos reajustes.  Se ligó la reducción del consumo interno (carne y cereales) al incremento de los saldos exportables.  Mientras, se ejecutaba una política de austeridad en el gasto público, la política económica se la reorientaba, siendo el sector agropecuario el más favorecido tanto por los precios como por la política crediticia.

    En 1952 se crea la Comisión Nacional de Precios y Salarios cuya función era vigilar el cumplimiento de las normas que rigen la relación entre ambos elementos.  La misma estaba compuesta por tres representantes de los empresarios a propuesta de la Confederación General Económica (CGE); de los trabajadores designados por la  Confederación General del Trabajo (CGT) y de los consumidores, designados por la Presidencia. El control de precios funcionaba de diversas maneras.  No solo se buscaba castigar el «aggio» sino que también se estimulaba con la competencia.

    El economista Juan Carlos de Pablo sostiene que «precio» es el valor en que una mercadería se consigue, esto es, si el monto es menor ella desaparece del mercado. En la puja por determinar ese valor donde se enfrenta necesidad y lucro, se entendía que el estado debía armonizar ambos intereses legítimos.

    Hemos tomado como caso testigo el de los productos farmacéuticos de los que tomaremos como ejemplo medicamentos para el tratamiento de tuberculosis: Neoteben (1), producido por los laboratorios del estado se comercializa a 28 pesos; Nidrazid (2) producido por Squibb a 106 pesos y Nicotibina (3) por Lepetit a 133, no teniendo entre ellos diferencia en calidad de la droga y su efectividad.

 

    Una de las características que el Peronismo incorpora a la gobernabilidad es la permanente consulta y participación de los sectores involucrados en las acciones que emprende el Gobierno. Así, la Comisión de Precios y Salarios es reemplaza por la Comisión Económica Consultiva, cuyas funciones eran asesorar al Presidente y ministros; se conformaba por cuatro representantes respectivamente designados por la CGT,  de la CGE y técnicos económico-financieros designados por la Presidencia.  Tales designaciones eran «ad honorem» y revestían el carácter de «carga pública».

    Por su parte, el servicio de la deuda externa que durante el quinquenio 1935-1939 representaba el 31% del valor de las exportaciones, en el quinquenio 1945-1949 ha bajado al 10% de ese valor y finalmente, en 1955 solo representaba el 1% del mismo. Ello no puede verse como la falta de financiamiento externo sino que el Gobierno impedía al capital especulativo la utilización del endeudamiento como herramienta de control y dominación económica. Respecto del capital, Perón distingue claramente el capital al servicio de la producción del capital especulativo; también define claramente el papel del Fondo Monetario Internacional (FMI) como engendro putativo del imperialismo (…) en el participaría la mayoría de los países occidentales, comprometidos mediante una larga contribución al fondo, desde donde se manejarían todas sus monedas, se fijarían no solo la política monetaria, sino también los factores que directa o indirectamente estuvieran ligados a la economía de los asociados .

    La crisis del inicio de los cincuenta se encuentra en recuperación ya en 1953 y en el «Balance de la Sociedad Rural Argentina» -poco complaciente con el Gobierno- se sostiene que termina el año con una evidente reactivación de los negocios, que trasunta del aumento de las ventas en el comercio minorista,  el alza de los valores cotizables, la disminución de los pasivos comerciales denunciados en la información de la ley sobre radicación de capitales extranjeros, la pacificación política anunciada y propiciada por las principales fuerzas militantes en estas actividades […] Se ha atemperado el desequilibrio que existía entre los medios de pago y la existencia de mercaderías, y se nota un nuevo empuje en las empresas comerciales, demostrando confianza en el porvenir .

    Por su parte, el proceso de sustitución de importaciones comienza a mostrar algunas ventajas y desventajas: Este deja ver los efectos de la consolidación de la industria liviana, pero debe advertirse  un nuevo fenómeno constituido por la dependencia de la importación de materias primas.  Frente a esta situación se plantea abordar a partir del Segundo Plan Quinquenal el desarrollo de la industria pesada y minera.  Otro elemento negativo es la dependencia respecto de la importación de combustibles.

                PRODUCCION/IMPORTACION DE PETROLEO
                                             PRODUCCION (m3)                             IMPORTACION
                                         TOTAL       YPF       PRIVADOS       
                           1939     2.959.000     54.9%       45.1%                                   —
                           1945     3.637.000     67.5%       32.5%                             168.000
                           1950     3.730.000     77.0%       23.0%                          3.559.000
                           1955     4.849.000     85.8%       14.2%                          4.621.000

    Ante este fenómeno no buscado de creciente dependencia en el suministro de petróleo surge el proyecto de abrir la explotación a empresas extranjeras buscando el autoabastecimiento petrolero.  En el Mensaje al Congreso de la Nación del 1º de mayo de 1954, al inaugurar las sesiones ordinarias, el general Perón afirma: sin resolver el problema energético argentino no podrán cumplirse todos los objetivos industriales y agropecuarios que dependen de la energía .  Un año después, insiste en la necesidad de tomar el problema desde el Poder Legislativo, particularmente frente al proyecto de la California Argentina (subsidiaria de la Standard Oil), reiterando que nuestra producción de combustibles ha sido siempre deficitaria, y solo una fuerte importación ha podido equilibrar los consumos […] cuya creciente evolución constituye un índice elocuente del progreso alcanzado y señala la urgente necesidad de concretar los principios contenidos en el Segundo Plan Quinquenal que tienden al autoabastecimiento en materia de combustibles .

    El IAPI llevó adelante una política de subsidios para el agro que le permitía negociar las cosechas  luego,  en el deprimido mercado mundial.  Paralelamente se redujeron drásticas aunque  selectivamente las importaciones (enfatizándose las compras destinadas a la tecnificación del campo).

    En cuanto a la balanza de pagos, para mantener la existencia de divisas «fuertes» se recurrió a la concreción de tratados bilaterales compensatorios y a la compra en países no tradicionales (Europa del este y América Latina).

    La meta de lograr el «equilibrio» determinó la apelación a fórmulas ortodoxas de ajuste hasta salir de la crisis, si bien tuvo rasgos diferenciales destacados por los funcionarios del gobierno: no se operó vía una devaluación global, que hubiera supuesto una transferencia masiva de ingresos al campo como producto de la recesión urbana, esta política se basó en el ahorro nacional y se evitó apelar al endeudamiento público externo . En 1954 y 1955 la industria volvió a crecer (9.1% y 12.1%).  La balanza comercial siguió siendo favorable en 1954 y las exportaciones crecieron en volumen (de 7285 millones de toneladas a 9629 millones de toneladas).

    El aumento del costo de vida, luego del índice del 38.1% en 1952, bajó a un promedio anual en 1953 y 1954 del 3.9% acompañado de un crecimiento de la actividad económica.  Disminuyó la deuda pública y la balanza de pagos, luego de un pronunciado déficit, registró el superávit más alto desde 1946. 

    A partir de la aparición del Segundo Plan Quinquenal se produce nuevos ajustes en la organización del estado. Perón ha desarrollado cuidadosamente la idea y evaluado el sentido de la planificación, sosteniendo al presentar  su segundo plan de gobierno ante el Congreso de la Nación que los que prescinden de un plan, se ajustan empíricamente a resolver los problemas que la evolución plantea a medida que ellos se presentan; nosotros, en cambio, tratamos de regular antes, mediante una planificación.  Ese es el plan quinquenal o plan de gobierno […] ¿Qué hemos hecho nosotros, por ejemplo, en el Primer Plan Quinquenal, y que estamos haciendo en el Segundo Plan Quinquenal, desde el punto de vista gubernamental y estatal?  Los planes que regulan la evolución, según nuestra manera de ver este problema de conducción –porque éste es un problema de conducción- tiene características especiales, según sea la situación que el país vive y el grado de evolución que puede realizar […] Es indudable, que el Plan Quinquenal no es un plan de obras públicas, como muchos creen o como muchos han sostenido, sino que contempla y encamina la evolución .

    El Segundo Plan Quinquenal contemplaba el período 1953-1957 y desde el punto de vista técnico era más ajustado y cuidadoso que el anterior. Por otra parte, el grado de participación que existió en su confección fue mucho mayor: la información del Segundo Plan comprendió 1º) la información popular individual de las organizaciones no gubernamentales (más de cien mil iniciativas llegaron al Consejo de Planificación) 2º) la información de los gobiernos provinciales y territoriales sobre cada  materia 3º) la información de los ministerios y 4º) la información de las universidades sobre problemas de carácter técnico y regional . Pero la diferencia fundamental estribaba en la concepción de fondo que lo animaba.  La crisis del sector externo que alcanzó su punto álgido en 1952, había servido para contemplar las falencias funcionales que persistían en la economía argentina.  El crecimiento y la diversificación industrial producidos en los primeros años de gobierno habían actualizado tales carencias.  La Argentina ya no dependía del  abastecimiento externo de bienes de consumo para la satisfacción de una demanda interna considerablemente ampliada, había llegado la hora de abordar el autoabastecimiento de combustible, la producción de insumos y materias primas que la diversificación industrial requería, la adquisición de bienes de capital,  el desarrollo de las industrias básicas y las fuentes energéticas.  En este aspecto, el propio Perón define sintéticamente el objetivo: Si renunciamos a crear en el Segundo Plan Quinquenal una industria pesada para el país, habríamos renunciado a la industria, no a la industria pesada .  Acorde con la construcción de una estructura básica que sustentara el desarrollo se construye el gasoducto Comodoro Rivadavia-Buenos Aires, el aeropuerto internacional de Ezeiza, el dique El Nihuil en Mendoza, el dique Florentino Ameghino en Chubut como así también los centros vacacionales de Chapadmalal, Río Tercero, etc.

                
                  A partir del nuevo Plan, aparece un cambio en la concepción de la política económica: el agotamiento del proceso económico basado en la sustitución de importaciones llevan a instalar un nuevo consenso alrededor de la idea del aumento de la productividad .  La decisión de iniciar el desarrollo de la industria pesada no era fácil pues nadie estaba dispuesto a vender lo necesario para instalar una acería y no había en nuestro país la posibilidad de construirla.   

    En 1953 el Gobierno inicia tratativas para adquirir una planta de laminación checoeslovaca que se encontraba en los Estados Unidos bloqueada desde el año anterior por restricciones impuestas a la República Democrática de Checoeslovaquia.  Hay una serie de negociaciones triangulares logrando siempre acuerdos en Praga pero el obstáculo se encontrará siempre en Washington que no desea que en América Latina aparezca la posibilidad de un desarrollo industrial independiente. Finalmente la planta sale a licitación pública en la aduana de New York y mediante un ardid, «Mr. John Smith» adquiere la mencionada planta en 9 millones de dólares, pagados al contado…resultando que este intermediario no era otro que un agente del estado argentino, que instalará dicha planta en la localidad de San Nicolás de los Arroyos, en la provincia de Buenos Aires, inicio de la planta general Savio de SOMISA.

    La necesidad de nuevas inversiones origina la ley 14.222, de agosto de 1953, que da un marco integral para la nueva política en la materia.  Así podían acogerse a sus beneficios nuevas inversiones en industria y minería (en realidad solo quedaban excluidas las actividades agropecuarias, pesquera y forestal) con previa aprobación del Poder Ejecutivo.  El aporte debía materializarse en fondos de divisas a ingresar mediante transferencia bancaria o bienes físicos (máquinas-herramientas a las que se podía eximir total o parcialmente de derechos aduaneros) o inmateriales (patentes, marcas, etc.).

    Era posible remitir las utilidades al segundo año de la radicación sin necesidad de previa autorización, en razón de un 8% anual sobre el capital registrado .  El mismo porcentaje se aplicaba también a las utilidades reinvertidas, las que se sumarían al capital originario, el cual podría ser repatriado al cabo de 10 años en cuotas que iban del 10% al 20% anual, siempre que ello no afectara al desempeño de la planta.

    Los partidos de oposición -especialmente el radical- objetaron esta ley por «entreguista» y le corresponde al diputado Oscar Alende (UCR) sostener la necesidad de resguardar áreas de la producción al capital nacional.  En lo esencial, los argumentos de la oposición enjuiciaban la política global del Gobierno porque temían el significado de la presencia de capitales y empresas extranjeras  en Argentina. 

    Al ser dejada sin efecto en 1955 por las autoridades surgidas del golpe de estado, se habían radicado 14 empresas con una inversión de 12.220.000 millones de dólares, varias de ellas constituyendo sociedades con inversores argentinos.  De todas, la mayor inversión (75% del capital total) correspondía a la empresa Kaiser para la fabricación de automóviles, en Santa Isabel (Córdoba), también vinieron las empresas Merck (productos químicos), Monsanto (plástico), Fiat Concord, Mercedes Benz Argentina, Deutz, Fahr, Hanomag, etc.

    El Segundo Plan Quinquenal sostendrá que el estado auspicia un incremento de la productividad del trabajo y el capital, a fin de obtener el mayor progreso de la economía en general y de las economías individuales y familiares, mediante a) el perfeccionamiento de los métodos técnicos de producción; b) la colaboración de los trabajadores en los planes de producción; c) el estímulo de las iniciativas que aumenten la eficiencia del trabajo; d) una adecuada distribución de los beneficios que aporte el progreso económico y social . Entre el 21 y 31 de marzo de 1955 se realiza el Congreso de la Productividad y el Bienestar Social convocado por la CGT y avalado por la CGE y el Gobierno, con el objeto de coadyuvar al desarrollo y crecimiento industrial y al mejoramiento del nivel de vida de los trabajadores, creando un ámbito de debate sobre la mayor eficiencia y calidad de los productos argentinos y respecto de como se repartirá el costo del desarrollo de la industria pesada.

    A su vez, el mercado interno comienza a mostrarse limitado y las reformas  estructurales en lo concerniente a la justicia social llevadas adelante requieren de un desarrollo económico que contempla como eje central  la  exportación de productos manufacturados, o al menos con un alto valor agregado. Así aparece por parte del gobierno una política de acercamiento regional, que bajo el concepto de la Tercera Posición va tejiendo una trama de convenios bilaterales de comercio con América Latina : en 1953 se plantea un acercamiento al Brasil; el propio Perón sostiene que hace ya muchos años un brasileño ilustre -José Maria da Silva Paranhos, Vizconde de Río Branco- lanzó la idea del «ABC» (Argentina, Brasil y Chile) pacto político regional destinado a tener proyecciones históricas . La postura de Getulio Vargas respecto a la posición de Brasil en el acercamiento hacia Argentina establecía también una alianza con Chile que relativizaba el papel de predominio  que  pudiera cobrar nuestro país . 

    Ese mismo año se firma el Acta de Unión Aduanera y Cooperación  con Chile  e inmediatamente el Tratado de Unión Económica con Paraguay, el Convenio de Complementación con Nicaragua y el Acta de Unión Argentino-Ecuatoriana.  Entre 1951 y 1953 Argentina concedió a los países latinoamericanos créditos unilaterales para contribuir a la  reconstrucción  o fomento de sus economías por un equivalente a u$s 1600 millones (16 % del monto total que los EEUU destinaran al Plan Marshall para reconstruir Europa).  Allí estaba el nuevo mercado a alcanzar .
   
   
    Estos avances en lo político y en lo económico son acompañados por otro proyecto que involucraba directamente a los trabajadores: la creación de una central latinoamericana de trabajadores  que propondrá en 1952 la CGT bajo el nombre de Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas (ATLAS) y una de cuyas funciones será construir una opción en el continente ante las grandes asociaciones gremiales estadounidenses conocidas bajo las siglas AFL-CIO .  

    El congreso constitutivo de dicha Agrupación se realizará entre el 20 y 25 de noviembre de 1952 en México, concurriendo 150 delegados de 19 países (México, Cuba, Chile, Bolivia, Panamá, Perú, Puerto Rico, El Salvador, Uruguay, Colombia, Honduras, Costa Rica y Argentina).  Las resoluciones que se toman tienen un marcado carácter anti-estadounidense, se declara la solidaridad con Puerto Rico en su lucha por la independencia nacional y con Bolivia, por la nacionalización de las minas de estaño; se condenará el envío de tropas brasileñas y colombianas a la guerra de Corea considerándose a la ORIT como una agencia sindical del imperialismo estadounidense .
 
    Esta nueva situación plantea la necesidad de una reforma del estado que fue concretada por medio  de la Ley de Ministerios de 1954.  A través de ella se transmite de la Doctrina Peronista a la legislación argentina la distinción entre conducción central y ejecución descentralizada .

    La conducción política, es decir el gobierno propiamente dicho, debía quedar reservado al Consejo de Gobierno integrado por el Presidente y los titulares de las Secretarías bajo su dependencia directa.  El Consejo de Gobierno deliberaba sobre los temas políticos decisivos, adoptaba las resoluciones políticas de importancia.  La coordinación de las medidas para la ejecución de esas decisiones quedaba en manos de un cuerpo mucho más amplio, el Consejo de Gabinete, en el cual estaban representados todos los órganos estatales de segundo orden, entre los que figuraban los ministros.  A éstos se les otorgaban «funciones», en lugar de «competencias», en lugar de «conducir» y «decidir» debían «informar» y «ejecutar».

    Al Ministerio de Salud Pública, que en la nueva organización de 1954 se le denomina Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública, le fueron adjudicadas, entre otras, las siguientes funciones: la organización nacional de la asistencia social y la coordinación racional de los servicios estatales con los servicios privados; la asistencia integral de los estados de necesidad, individuales o colectivos; la protección de ancianos y menores indigentes; los servicios de reeducación social; la higiene y medicina del trabajo en general y las inspecciones técnicas que sean requeridas por el Ministerio de Trabajo; la protección integral de la madre y el niño; higiene de la vivienda, etc. 

    El Segundo Plan Quinquenal expresa una particular preocupación por desarrollar un sistema educativo desde diversos puntos.  La infraestructura organizativa contó con un incremento substancial del presupuesto destinado a la educación llevándolo del 7.2% del PBI en 1950 a 14.8% en 1953 y 1954, constituyéndose el Ministerio de Cultura y Educación.

    Los fondos contemplaban no solo la construcción de escuelas y nuevas aulas (para niños y adultos) sino también se levantaban escuelas fábricas (técnicas), comedores escolares, transportes y la adquisición de libros. Entre 1951 y 1955 se construyeron 2209 edificios dedicados a escuelas en todas sus modalidades  La firme decisión de llegar con la instrucción a cada vez más personas no solo era pensado como parte de la realización plena de cada persona sino también estaba ligada al desarrollo de una creciente modernización en el campo productivo .

    Por otra parte, los Torneos «Evita» hacían que los niños en edad escolar pudieran tener una revisión periódica de su salud y una educación física acorde con la edad y su sano desarrollo, participando de las distintas competencias deportivas realizadas en todo el país.  En 1953 se funda la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) cuyo objetivo institucional era mantener entre los jóvenes la actividad deportiva.

 

  • La política cultural

    En el orden cultural la planificación quinquenal adopta una postura nacionalista.  Esta oscilaba entre un intento por dar relieve a ciertos valores de la tradición argentina sin dejar de lado la vertiente de los pueblos aborígenes que eran presentados como parte de nuestras raíces.  Ello se traducía en la promoción del arte y la literatura nacional y la enseñanza del folklore en las escuelas y en los libros de lectura se conocía la historia del cacique araucano Caupolicán. 

    En el terreno de la industria editorial, se produce  no solo para el mercado argentino sino también latinoamericano, obras de autores de nuestra cultura y traducciones esmeradas de las lenguas europeas. Diversos emigrados españoles dan comienzo a un nuevo período en la industria editorial argentina, al participar en la fundación de empresas que rápidamente adquieren notable importancia. Este es el caso de Arturo Cuadrado en Emecé Ediciones, Antonio López Llausás en Editorial Sudamericana y Gonzalo Losada en Editorial Losada. Este crecimiento de la industria del libro, con sus nuevos proyectos destinados a un público masivo, y la ampliación del mercado lector, supone una correlativa extensión de las posibilidades laborales de los escritores, que convierten en actividad paralela las funciones de asesor literario, director de colección, corrector de pruebas, lector, y sobre todo, traductor: Emecé, con Borges, Mallea y Bioy Casares; Sudamericana, con Ramón Gómez de la Serna; Losada, con Francisco Romero, Guillermo de Torre, Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña; Hachette, con Rodolfo Walsh.

    En 1949 se organiza en la ciudad de Mendoza, y en el ámbito de la Universidad Nacional de Cuyo, el Primer Congreso Nacional de Filosofía al cual concurren los más destacados pensadores de América Latina y Europa .

    Desde el estado se organizó la participación de artistas en muestras culturales sin interponer discriminaciones políticas, como el caso de Antonio Berni quien había hecho campaña pública contra Perón. También encontrarán lugar las obras de Raquel Forner, los movimientos abstractos geométricos como Madí y Arte Concreto-Invención, con Gyula Kósice y Tomás Maldonado, que defendían la autonomía del arte mediante el acceso a un mundo de valores abstractos correspondiente al «internacionalismo sin fronteras» de Jorge Romero Brest.  De tal modo, en las artes plásticas se siguen celebrando exposiciones organizadas por instituciones tanto públicas como privadas de arte moderno europeo y hacia 1952 -como recuerda Andrea Giunta- los artistas abstractos llegan a ocupar un lugar destacado en exposiciones oficiales. Mientras la del Museo Nacional de Bellas Artes de 1952-53 sobre arte argentino incluyó todas las tendencias, en un ámbito de pluralismo ideológico y estético. Análoga política posibilitó en la poesía la supervivencia del surrealismo, siempre con la jefatura de Aldo Pellegrini, y la emergencia en 1950 de la revista de vanguardia Poesía Buenos Aires, dirigida por Raúl Gustavo Aguirre.

    La producción literaria del momento cuenta con títulos como Los robinsones, de Roger Plá; Zama, de Antonio Di Benedetto; Bodas de cristal, de Silvina Bullrich; El sueño de los héroes, de Adolfo Bioy Casares; El Aleph, de Jorge L. Borges; Antígona Vélez  de Leopoldo Marechal y La casa, de Manuel Mujica Láinez. Marechal publica en 1948 Adán Buenosayres, extensa y compleja novela, punto de partida de una renovación estética en la prosa por la incorporación de diferentes niveles del habla coloquial, monólogo interior, simultaneidad de relatos, condensación del tiempo de la narración, pluralidad de voces, estilos y géneros contrapuestos. Ernesto Sábato publica también en 1948 su primera novela, El túnel, en la cual inicia una línea de introspección existencialista que reaparecerá en novelas posteriores: Sobre héroes y tumbas (1962).

 

  • Una política de alianza: estado y organizaciones libres del pueblo.

        A su vez, aparecen algunos elementos novedosos en lo referente a la concepción y organización misma del estado, pues se sostendrá la necesidad de  adecuación de su estructura por ser un  sistema basado en la organización política exclusivamente y ello, excluía a la  participación de la organización económico-social, lo cual abría un espacio al fracaso.

    Esto significaba fomentar -no realizar- la organización de los sectores sociales bajo la forma de lo que hoy llamamos asociaciones profesionales y organizaciones no gubernamentales y que en esa época se las denominará «organizaciones libres del pueblo», mediante las cuales los sectores sociales pueden canalizar las inquietudes de la comunidad, a los efectos de lograr una acción de gobierno más realista y eficaz.  Mediante esta red social sería posible brindar el apoyo y la participación de las fuerzas sociales en las reformas económicas y en el logro de la estabilidad del sistema, planteando así una doble proyección para este modelo de concertación: coyuntural y estratégica. En definitiva, lo que se buscaba era establecer nuevas relaciones entre el estado y la sociedad que permitieran concretar grados crecientes de justicia social, logrando a su vez, corregir las deficiencias del estado liberal basándose en el fomento de la solidaridad inteligente de  empresarios, trabajadores y estado, para lograr una mayor productividad con bienestar social.          

    La política crediticia llevada adelante con el Primer Plan Quinquenal fomentó el desarrollo de las mutuales y cooperativas, especialmente entre éstas últimas las dedicadas a la producción y comercialización agropecuaria. Las consecuencias de ello se verán cuando, producto de la ejecución del Segundo Plan Quinquenal se compare la conformación del espectro de los productores de cereales contemplando que antes de 1946, las cuatro grandes corporaciones cerealeras concentraban el 80% de la producción agraria y  en 1954, su participación disminuye al 39% mientras que las cooperativas crecen del 28% (1945) a casi el 50% en 1954. 

    Las organizaciones profesionales, particularmente los sindicatos, estaban regidos por el decreto 23.852/45 por el cual se institucionaliza al movimiento obrero organizado y reglamentando su funcionamiento pero nada decía de la forma en que se convendría los salarios de los trabajadores; será la ley 14.250/53 la que cree las paritarias como método de legislación de la problemática del sector, con convocatoria y cumplimiento de carácter obligatorio.  Se establece una forma de concertación en esta área donde se conjugan representantes de los trabajadores, de los empleadores y veedores del Ministerio de Trabajo.  Esta ley pone fin a la relación laboral considerada como simple contrato entre partes (des)iguales, legislada por el Código Civil.

  La experiencia más original de alianza entre el estado y una ONG que realiza el peronismo es la que se concreta a partir de la Fundación Ayuda Social María Eva Duarte de Perón, que se constituye el 19 de junio de 1948 y que a partir del 25 de septiembre de 1950 pasó a llamarse “Fundación Eva Perón”.
 
    En el discurso que Evita pronunciara el 5 de diciembre de 1949 en el Primer Congreso Americano de Medicina del Trabajo explicó que la Fundación fue creada para cubrir lagunas en la organización nacional porque en todo el país donde se realiza una obra siempre hay algunas que cubrir y para ello se debe estar pronto para realizar una acción rápida directa y eficaz . Subyacía en esa definición la idea de transformación del tradicional concepto de beneficencia, y su redimensionamiento dentro del programa de Justicia Social del Peronismo, el cual reconoce que las mayores «lagunas» se producían en la asistencia a los ancianos, los niños y las mujeres.

    En los hechos, la Fundación construyó Hogares de Ancianos, el primero de los cuales fue inaugurado el 17 de octubre de 1948, en Burzaco. Similares se levantaron en el interior del país. Asimismo, obtuvo la sanción de una ley que otorgaba pensiones a los mayores de 60 años sin amparo. La Fundación concretó a su vez, un plan de mil escuelas en el país, como así también escuelas agrícolas, escuelas talleres, jardines de infantes y maternales. La ciudad infantil Amada Allen y la Ciudad Estudiantil, forman parte del plan de acción educacional, destinada la primera a niños de de dos a siete años, huérfanos o que no podían ser atendidos por sus padres, y la segunda a residencia de estudiantes del interior del país, sin familia en Buenos Aires.
 
    En febrero de 1950 se pone en marcha el plan de turismo infantil, que hará conocer a los niños paisajes del país ignorados por ellos hasta entonces. Las colonias de vacaciones completarían el espectro. Los campeonatos infantiles y juveniles, que comenzaron siendo de fútbol y terminaron incluyendo muchos otros deportes, patrocinados por la fundación desde 1948.
 
    El hospital de Lactantes y de Epidemiología infantil, la clínica de Recuperación Infantil de Terma de Reyes, son entre otras concreciones de la Fundación en el ámbito de la salud infantil. El hospital Nacional de Pediatría (ex albergue Warnes, fue demolido porque durante 18 años se dejó la estructura sin concluir), cuya construcción se hallaba avanzada en 1955.

 
                                          

    La problemática del alojamiento transitorio de las mujeres fue encarada mediante la construcción y mantenimiento de tres hogares de tránsito en Capital Federal, que hallaron su réplica en el interior. El hogar de la empleada General San Martín apuntaba a resolver el problema de las mujeres sin hijos que sufrían el problema del alojamiento definitivo. El hogar contaba con un comedor, a donde Evita solía ir a cenar al concluir su jornada. En ese ámbito se reunía un grupo de intelectuales, la “Peña Eva Perón”, que amenizaban las veladas con la lectura de las composiciones que le dedicaban.
 
    En materia de salud, la Fundación construyó cuatro policlínicos en Buenos Aires: el de Ezeiza, Avellaneda, Lanús y San Martín, así como también otros en el interior del país. También la Fundación proveyó de modernos equipamientos a otras unidades hospitalarias. El Tren Sanitario Eva Perón, dotado de la más moderna aparatología, cumplía con la tarea de relevamiento y protección de la salud de las poblaciones más alejadas de los centros vitales. En septiembre de 1950 se inaugura la Escuela de Enfermeras, una de las obras más queridas de Evita, prestando sus egresadas servicio tanto en el país como en el exterior.
 
    En materia habitacional, la fundación emprendió la construcción de viviendas para obreros, como el barrio Presidente Perón y ciudad Evita, proporcionando vivienda propia a 25.000 familias.  
 
    La acción desplegada sumaba su solidaridad con los países extranjeros en situaciones de catástrofe o necesidad: Ecuador, España, Italia, Israel, Francia, Japón, Perú y Bolivia, entre otros, dan testimonio de ello.
 
    Los orígenes de los fondos que manejó la Fundación para las obras han sido en Argentina objeto de polémica. Si la memoria de la misma de 1953 explicita la procedencia de los mismos (donaciones en efectivo provenientes mayoritariamente de los sindicatos, pero también de particulares y empresas, convenios colectivos de trabajo, impuestos, alquileres, adjudicación de recursos por vía del poder Legislativo, etc.), no podemos omitir mencionar la circulación de versiones según las cuales los fondos provenían de donaciones forzosas, siendo la resistencia a ellas motivo de persecuciones. Se citaba, por ejemplo, el caso de la fábrica de caramelos “Mu–Mu”. La historiadora Marysa Navarro, apunta que si las contribuciones no espontáneas hubieran existido en gran escala y de manera sistemática, los perjudicados podrían haberlas denunciado después de septiembre de 1955, ante la comisión encargada de investigar la administración de la Fundación y ésta habría aceptado las denuncias presumiblemente con agrado. Es de creer que no las hubo en cantidades apreciables pues de ser así el informe de la comisión las había enumerado y no lo hace .

  • Democracia y dogmatismo.

    A fines de 1954 se producen una serie de hechos en la Universidad de Buenos Aires que comienzan a signar el endurecimiento de las relaciones entre el Gobierno y no solo la oposición, sino con los sectores medios y altos de la población.  El caso es que se prohíbe un acto estudiantil y al desafiar dicha prohibición interviene la policía y 250 estudiantes van presos al penal de Villa Devoto y al Buen Pastor.  Los jóvenes encarcelados eran en su mayoría radicales tales como Roberto Tomasini, Carlos Canitrot, Enrique Beveraggi, Emilio Gibaja, Roberto Zubieta, Juan Octavio Gauna –todos ellos posteriormente fueron funcionarios del gobierno de Raúl Alfonsín- también se encontraban allí Roberto Roth, Jorge Klappenbach y Gastón Bordelois –posteriores funcionarios del gobierno del general Onganía- y Roberto Aizcorbe, periodista que fundará la revista “Mercado”.  Tal como estaba de moda, los jóvenes detenidos entonaban canciones de la izquierda de la época de la guerra civil española con pequeñas adaptaciones ad hoc: si me quieres escribir/ya sabes mi paradero/cuadro quinto de Devoto/por no haber sido carnero .

    Pero así estaban las cosas por entonces.  Los jóvenes universitarios radicales y humanistas, socialistas y anarquistas habían decidido ser oposición.  La revista “Contorno” a fines de 1953 describía la atmósfera que en estos círculos se vivía como de “rebeldía, rechazo, desconcierto” y desde sus páginas David e Ismael Viñas, Adolfo Prieto, Noé Jitrik, Juan José Sebreli, León Rozitchner y Ramón Alcalde se colocaban desde un “reformismo crítico” para atacar tanto al Peronismo como a la denominada “izquierda dogmática” (partido Comunista).

    El 16 de junio de 1955 aparece el primer intento de sublevación militar.  El grupo de complotados estaba conformado por una serie de oficiales unidos por su profundo anti-peronismo, los  principales de ellos eran: almirantes  Benjamín  Gargiulo y Toranzo Calderón,  contralmirante  Aníbal O. Olivieri,  comandante aeronáutico Manuel Ferreyra, capitanes  Walter Viader,  Oscar Fontán, Jorge Bassi, capitanes de fragata Francisco Manrique, Néstor Noriega, Santiago Sabarots, Aracama, Napoleón Papini, capitanes de corbeta  Jorge Imaz,  Enrique  García Mansilla, Celestino Pérez, teniente 1º Trotz, tenientes de navío Hermes Quijada, Tomás Orsi, Eduardo E. Massera y Horacio Mayorga, teniente de corbeta Siro de Martini y los dirigentes políticos Luis María de Pablo Pardo, Alberto Benegas Lynch,  Carlos O. Zumarán, Raúl Lamuraglia, Miguel Angel Alvarez  Morales, Gregorio Ramírez, Oscar Martínez  Zemborain, Miguel Angel Zavala Ortiz,  Adolfo Vicchi, Américo Ghioldi, Pedro Mendioroz, Pedro y Joaquín Otero, Gregorio Ramírez, Aníbal de Berrutti, Manuel Rawson Paz,  Alberto Candiotti,  Mariano Grondona,  Mario Diehl, Alejandro Mejía,Valentín Salmun Feijóo, Roberto Tomassini,  Ricardo de la  Torre, Gastón Bordelois, Alberto Camps, Mario Amadeo y Roberto Astiz, contando con la  complicidad de los  generales León J. Bengoa y Pedro Eugenio Aramburu.

    El contralmirante  Olivieri viaja en mayo de 1955 a Estados Unidos invitado por el departamento de la Armada de ese país,  aprovechando el mismo para buscar apoyo para el golpe de estado, ofreciendo información sobre la Antártida Argentina y seguridades sobre el libre acceso a la zona de fuerzas estadounidenses en caso de conflicto .

    El objetivo de los complotados era asesinar a Perón y el plan era bombardear la Casa de Gobierno y convocar por radio al levantamiento de las Fuerzas Armadas.  Para ello operaban 20 North American (cazas), 6 Beechcraft AT 11 (bombarderos livianos), 3 Catalina (bombardeo) y 9 C47 de carga y transporte.  Todos ellos asentados en  la base de aviación naval de Punta Indio (Pcia. de Buenos Aires); se intenta levantar la base naval de Azul y ante la oposición de su jefe, el capitán Aracama lo asesina, a su vez, se tiene éxito en tomar el aeropuerto internacional de Ezeiza. El resultado del bombardeo de la que se iba a denominar «revolución democrática» fue de más de 500 muertos producto del bombardeo a plaza de mayo -casi todos civiles- y 964 heridos.   Los complotados se refugiaron en la República Oriental del Uruguay .

 
                  

    Esta situación lleva a implementar medidas represivas que culminan con el encarcelamiento de opositores y del establishment tradicional como Ricardo Balbín, Arturo Frondizi, Alfredo Palacios, Adolfo Vicchi, Victoria Ocampo, Alberto y Ernesto Lanusse y Roque Carranza.  También aparecerán duras críticas en los medios de comunicación de quienes se identificaban como «personeros» de los intereses anti-nacionales: Gainza Paz, la familia Bemberg y Beveraggi Allende.

    ¿Qué representatividad poseía la oposición?  En una evaluación de la Central de Inteligencia Americana (CIA) del 9 de marzo de 1954 se sostiene que el principal partido opositor -la Unión Cívica Radical- tiene solo 14 bancas de las 155 de la Cámara de Diputados. Representa principalmente a elementos urbanos más que a los propietarios de tierras, y en sí se encuentra dividida en dos facciones principales.  Una simplemente aboga por la oposición pasiva a Perón; la otra por actos de violencia contra el régimen, los que a veces llegan a concretarse .  Pero este análisis no logra abarcar el «campo opositor» dejando de lado sectores e instituciones, tal como analizaremos más adelante.

    El 16 de septiembre de 1955 estalla una sublevación militar en contra del gobierno constitucional  encabezada por el  general  Eduardo Lonardi- representante del nacionalismo católico- aunque detrás del mismo, las figuras más representativas eran el general Pedro E. Aramburu y el almirante Isaac Rojas.

 
                                       

    En la provincia de Córdoba se rebela la Base Aérea Militar, la Escuela de Tropas Aerotransporta das y la Escuela de Artillería; en la provincia de Buenos Aires las  Bases Navales de Río  Santiago y  Puerto Belgrano y en la provincia de Corrientes la base militar de Curuzú Cuatiá.  Se sublevan también las guarniciones de San Juan y La Rioja, aunque las mismas poco aportaban al levantamiento por su de escasa importancia en tropas y armamento.                                                                   

    En Curuzú Cuatiá los suboficiales seguidos por la tropa toman prisioneros a los oficiales rebeldes y abortan la sublevación, el 18 de septiembre es derrotada la Escuela Naval de Río Santiago por la acción de la  Policía de la Provincia de Buenos Aires y el regimiento 7 de Infantería; la infantería de marina ocupa la ciudad de Bahía Blanca tras bombardeos a la ciudad pero tropas leales marchan sobre ella; es bombardeada Mar del Plata pero el 19 de septiembre están acorraladas las tropas sublevadas de Córdoba en el centro de la ciudad y su comando operativo en el Cabildo de dicha ciudad está a apunto de ser tomado por asalto por parte del general Miguel Iñiguez y su tropa.  En esas  circunstancias  se dan dos factores decisivos: la flota de mar,  que se ha sublevado, amenaza bombardear la destilería Eva Perón (La Plata) y Buenos Aires,  por otro lado, la CGT reclama armas para tomar represalias en el barrio norte de Buenos Aires, donde vive la clase media acomodada y parte de la oligarquía (los «gorilas»).

    A esa situación se debe agregar que los rebeldes subversivos habían distribuido armas entre civiles autodenominados «comandos civiles», los cuales habían  comenzado a actuar realizando actos de terrorismo desde 1952 y aumentaron los mismos después del fallido intento de junio .   Todo ello presagiaba que aun con un descontado triunfo militar por parte del Gobierno  se abría la posibilidad del  desarrollo de una guerra civil, de la cual Perón tenía una visión de sus consecuencias por su visita a España en 1939. Me preocupaba -afirmaba- la amenaza de bombardeo de la población civil, en la que seguramente perderían la vida miles de inocentes […] ya Buenos Aires había presenciado la masacre del 16 de junio de 1955, cuando la aviación naval bombardeó la plaza de Mayo y ametralló las calles atestadas de gente produciendo 500 muertos […]  me preocupaba también la destrucción de la destilería de petróleo de Eva Perón (La Plata), una obra de 400.000.000 u$s y de incalculable valor para la economía del país  . Previendo tal desenlace, Perón entrega al mando militar leal una nota  para negociar con los insurrectos un cese del fuego pero su «generalato» defecciona y toma tal  nota como una renuncia, tras lo cual,  Perón  decide retirarse del Gobierno y emprende el exilio. Este golpe de estado no ha sido incruento, 1500 personas, en su mayoría civiles han caído, comparativamente, algo más del doble de los soldados caídos en la guerra de Malvinas.

    Para poder comprender el apoyo de amplios sectores de la clase media al golpe de estado es necesario recrear el clima que se vivía dentro del imaginario colectivo de esos sectores sociales. Para ello apelaremos a los ejemplos literarios.

    Jorge Luis Borges junto a Adolfo Bioy Casares, escribirán un cuento breve que muestra la visión que tanto la oligarquía como esos sectores de la clase media que aludimos, poseían del Peronismo. Publicado en “Crónicas de Bustos Domecq”, el cuento se llama “La fiesta del monstruo”, y del mismo sostiene Ricardo Piglia que es una especie de traducción, de reescritura en donde Borges y Bioy presentan una nueva versión del relato “El matadero” de Esteban Echeverría adaptado al Peronismo. La fiesta atroz de la barbarie popular contada por los bárbaros, en donde se combina la paranoia con la parodia. La paranoia frente a la presencia amenazante del «otro» que viene a destruir el orden. Y la parodia de la diferencia, la torpeza lingüística del tipo que no maneja los códigos, es un relato totalmente persecutorio sobre el «aluvión zoológico» y el avance de los «grasas» que al final matan a un intelectual judío .

    Apelando en su discurso a registros del lunfardo y la jerga callejera , el Gordo cuenta los pormenores de la concentración que los lleva finalmente a la Plaza de Mayo en su viaje desde Tolosa para escuchar la palabra del líder. La masa está definida a partir de un «nosotros» que los enuncia diferentes al resto de la comunidad, pero unidos a partir del común calificativo de ser unos muertos de hambre: Todos éramos argentinos, todos de corta edad, todos del Sur y nos precipitábamos al encuentro de nuestros hermanos gemelos, que en camiones idénticos procedían de Villa Domínico, de Ciudadela, de Villa Luro, de La Paternal, aunque por Villa Crespo pululaba el ruso y yo digo que más vale la pena acusar su domicilio legal en Tolosa Norte. ¡Qué entusiasmo partidario te perdiste, Nelly! En cada foco de población muerto de hambre se nos quería colar una verdadera avalancha que la tenía emberretinada el más puro idealismo, pero el capo de nuestra carrada, Garfunkel, sabía repeler como corresponde a este farabutaje sin abuela .

    La aparición del Peronismo fue percibida por la clase media y la alta, que se suponían portadores de la cultura argentina, como una agresión de sectores ajenos que intentaban apropiarse de espacios culturales y políticos que no les correspondía , tal la indignación que surge cuando se realizan festivales folklóricos en el teatro Colón, a donde se lleva a los niños de las escuelas de Buenos Aires. De esta manera, en la oposición «peronismo-anti-peronismo» que se articula desde entonces se reedita en una nueva inflexión la oposición «civilización-barbarie», de larga tradición desde el siglo XIX y una verdadera máquina de leer en términos políticos a los sujetos y a la cultura popular .

    La fiesta del monstruo reedita la lectura hegemónica de la «alta» cultura argentina sobre un nuevo sujeto histórico que sólo puede ser leído como la merza. Casi sin apelar a la metáfora, La fiesta del monstruo deja bien en claro los dispositivos de exclusión que éste supone, las fronteras que su escritura traza. El sujeto popular -apelado desde el Peronismo bajo los nombres de «grasitas» o «descamisados», y por el anti-peronismo como «cabecitas negras»- se inscribe y se escribe en este texto como un otro que amenaza la estabilidad; la chusma metaforiza aquí el afuera de la Nación, el peligro que su presencia impone en la Argentina de 1947. Lo «otro» de la Nación es el pueblo y su violencia, lo siniestro.

Es ese shock precisamente el que se deja leer en La fiesta del monstruo, donde Borges-Bioy Casares responden con una ironía brutal a la invasión que realiza el Peronismo del espacio simbólico del estado . El narrador de la historia es un personaje anónimo, al que logramos identificar oblicuamente como El Gordo, que sin lugar a dudas se constituye como portavoz de la masa peronista. En primera persona, El Gordo narra a una interlocutora, Nelly, los acontecimientos de octubre de 1947. Dos años después del episodio del 17 de octubre, la «chusma» se junta en la Plaza de Mayo para rememorar el momento fundacional del Peronismo. El pueblo como sujeto colectivo aparece aquí representado con todos los atributos de lo patológico y lo monstruoso, es la merza en franca descomposición, la merza hilarante, la turba. A partir de la irónica reflexión sobre los resortes más finos del alma del popolino, la masa aparece hipnotizada por la voz del Monstruo, esto es lo que encarnaba Eva Perón. Ella había salido del mismo lugar que la inmensa mayoría de ellos y encarnaba la altivez plebeya que expresaba el orgullo de saberse sujeto histórico.

    Por su parte, Julio Cortázar escribirá en Razones de la cólera (1950-1951): Te quiero, país, pañuelo sucio, con tus calles cubiertas de carteles peronistas, te quiero, sin esperanza y sin perdón, sin vuelta y sin derecho, nada más que de lejos y amargado y de noche.
 
    Cortázar, poco antes de partir a radicarse en Francia, publica su primer y ya famoso libro de cuentos, Bestiario (1951), que recoge muchas de las manías persecutorias que habían despertado en la clase media argentina la aparición de las masas populares. Dos de los mejores cuentos del volumen, Omnibus y Casa Tomada, hablan elípticamente del tema.

    En esta motivación permanente que significaba el peronismo para los intelectuales opositores guardaba un papel especial la figura de Eva Perón. Tomás Eloy Martínez, en su libro Santa Evita (1995) sostiene que, para quienes se auto-consideraban depositarios de la civilización, Evita era una resurrección obscena de la barbarie, porque ella no era como Perón –que al menos pertenecía al Ejército- sino que era de la masa.

    Sin embargo, para algunos sectores más perceptivos (aunque no necesariamente menos anti-peronistas), era obvio que muchos de los cambios traídos por el peronismo eran irrevocables. Para algunos se hizo claro que existía «otra Argentina», para la cual la experiencia peronista, lejos de tener las características demoníacas que algunos le querían atribuir, había representado el único canal válido para obtener dignidad y mejoramiento de sus condiciones sociales y económicas. En un tono dramático, Ernesto Sábato escribió sobre la caída de Perón: Aquella noche de septiembre de 1955, mientras los doctores, hacendados y escritores festejábamos ruidosamente en la sala la caída del tirano, en un rincón de la antecocina vi. como las indias que allí trabajaban tenían los ojos empapados en lágrimas. Y aunque en todos aquellos años yo había meditado en la trágica dualidad que escindía al pueblo argentino, en ese momento se me apareció en su forma más conmovedora… .

    Sábato respeta con este viaje hacia abajo el código, que según parece ha sido aceptado desde siempre, y según el cual en el cielo reside el Bien (el Dios de casi todas las religiones, incluso los Dioses Olímpicos moraban en el monte del mismo nombre, en medio de las nubes), y el Mal tiene su reino acá abajo, en las entrañas de la tierra : Un pueblo será siempre civilización y barbarie, por la misma causa que Dios domina en el cielo pero el demonio en la tierra .

    La escena funciona como una alegoría y hace sensible a los ojos del escritor (y, a través de él, a los de sus lectores) la escisión que dividía a la sociedad argentina. Las dos muchachas indias simbolizaban a «muchos millones de desposeídos y trabajadores» que «derramaban lágrimas en aquellos instantes, para ellos duros y sombríos». Ese «otro rostro del peronismo» había sido ignorado por la mayor parte de los partidos y de la inteliguentsia. Peor aún: sin ningún esfuerzo por «desentrañar lo que en aquel movimiento confuso había de genuino, de inevitable y de justo, nos habíamos entregado al escarnio, a la mofa, al bon mot de sociedad» . En lugar de comprender al pueblo trabajador, que había hecho su aparición tumultuosa en la vida política nacional a través del peronismo, se lo menospreció. Tampoco la izquierda había escapado a la ceguera: en nombre de un proletariado platónico ¬el de los libros de Marx¬ fue incapaz de reconocer al proletariado real, un proletariado grosero, impuro y mal educado que desfilaba en alpargatas tocando el bombo .

    Sobre el fondo de estas alternativas entre políticas y morales debe leerse, por ejemplo, la carta que Ernesto Sábato dirigió al semanario Qué, cuando éste se había convertido ya en el principal órgano de opinión del frondizismo. El escritor, quien no quería ser confundido con ese género de anti-peronista que antes del 45 era abogado de ferrocarril del Sud o tranquilo veraneante de Biarritz, le reprocha a la publicación que por entonces dirigía Rogelio Frigerio (en realidad la carta no es sino una polémica con éste) que «tanto en el análisis del peronismo como en su justificación, sólo tienen presente el grado de desenvolvimiento económico que el régimen produjo. Todo lo demás les tiene sin cuidado». No parece importar, continúa, «que se torturase a estudiantes en las cárceles, que se corrompiese el país, que se fomentase el servilismo y la abyección, si instalaba una fábrica de tractores». La crítica, que juzga legítima, al orden surgido tras la caída de Perón no debía llevar al embellecimiento del régimen derrocado: no se diga que porque esto es malo aquello era una maravilla . Había, pues, unos límites que no debían ser traspasados en la comprensión del hecho peronista.

    Es también muy descriptivo el diálogo entre Magdalena Ruiz Guiñazú (MRG) y Mariano Grondona (MG), sobre sus vivencias de la «época peronista» donde sostienen:

MRG: «Aún recuerdo la voz catastrófica de una tía en el teléfono: «han bajado los puentes, vienen para acá». Todo barrio Norte estaba cerrado. Y la gente mirando detrás de las persianas. Fueron años de mucho odio. A la casa de mis padres no venía ningún peronista».
MG: «El primer peronista que traté fue Antonio Cafiero en 1962. Y después le comenté a mi mujer: «Pero, oime, es un tipo normal»».
MRG: «Cuando nosotros hablábamos del segundo gobierno de Perón hablábamos de la «dictadura»».
Periodista: «¿Aquel golpe fue un germen de la violencia posterior?» [Refiriéndose al de 1955].
MG: «La revolución del ’55 fue legítima pero, eso sí, me abrí cuando vi. a compañeros míos cazar peronistas […] Para mí, lo que marca el gran escalón de la violencia son los fusilamientos del ’56 […] Había una contradicción insuperable: los partidos anti-peronistas se confesaban democráticos y Perón era fascista, ligado a los nazis y Mussolini.  Sin embargo, el Justicialismo era mayoría ¿Cómo se resuelve este dilema? No hay forma.  Por eso cuando el anti-peronismo proscribe a Perón se autoniega: ya no es democrático» . 

  • ¿Cuáles fueron las causas profundas del golpe de estado?

    La oligarquía que se había beneficiado económicamente durante el gobierno peronista había también perdido gran parte de su poder político en manos de éste, pero aun le quedaban algunos diarios nacionales y provinciales, una influencia importante sobre la estructura del Poder Judicial, las Fuerzas Armadas, un sector del clero y de la docencia en sus distintos niveles y los representantes de la cultura de élite, pero con eso no alcanzaba para triunfar en las elecciones ni para sostener un golpe de estado.

    El conflicto con la jerarquía de la Iglesia Católica sin embargo, fue el elemento desencadenante que inició un aglutinamiento de la oposición al gobierno peronista junto a sectores de las Fuerzas Armadas para madurar la decisión política.  Curiosamente, la jerarquía eclesiástica había estado cuestionada por los opositores al Gobierno por haber apoyado el surgimiento del Peronismo, pero el prestigio político y social que esta institución poseía por entonces hizo que la paranoia persecutoria que expresaban los escritores tomara forma de oposición cerrada.

    El primero problema con la Iglesia se remonta a 1950 cuando la “Escuela Científica Basilio, de ciencia y culto espiritista” realiza una campaña con afiches callejeros que dicen: “¡Jesús no es Dios!” y anuncian una reunión en el estadio Luna Park.  Como era de esperar, ante la provocación, la Iglesia reacciona y envía a sus cuadros de la Acción Católica como auténtica fuerza de choque para impedir en la calle la realización del evento.  Por razones circunstanciales –como bien señala Lila Caimari- Perón envía un saludo al encuentro espiritista que es entendido por el anti-peronismo como un desaire a la Iglesia .

    Ese mismo año, Perón no recibe a su llegada al cardenal Ruffini –lo hace el Vicepresidente y el ministro de Relaciones Exteriores-  enviado de SS Pío XII al Quinto Congreso Eucarístico Nacional y, si bien se produce el encuentro a los pocos días e incluso el presidente asiste al Congreso, el mensaje de la Iglesia es claro: el cardenal no se aloja en la Nunciatura sino en la casa de una familia miembro de la oligarquía argentina: los Pereira Iraola, a quienes recientemente se les había expropiado un campo improductivo en las cercanías de la ciudad de La Plata (Pcia. de Bs. As.) en donde se creará el “Parque de la Ancianidad” (actualmente “Parque Pereira Iraola”).

    Otro de los elementos que ahonda la tensión entre el Gobierno y la Iglesia es el apoyo que ésta le brinda al surgimiento del partido Demócrata Cristiano.  En el contexto de la «guerra fría», el Vaticano (Pío XII) había hecho pública su alianza estratégica con la causa del «mundo libre» y –como dice mi amigo Sabino- algunos católicos confundieron el águila americana con la paloma del Espíritu Santo.  La prensa justicialista centra el ataque en algunos clérigos y dirigentes de la Acción Católica Argentina que realizan acciones proselitistas en favor del nuevo partido, lo cual fue consolidando el papel opositor de la institución eclesiástica y allí convergirán nacionalistas y liberales, clericales y laicistas, filofascistas y marxistas.  Pero el conflicto también reveló el nuevo protagonismo alcanzado por un sector tradicional de escasa representatividad pero muy activo por entonces: el nacionalismo como fracción política, de predicamento entre cuadros de la Iglesia y las Fuerzas Armadas.

    Este nacionalismo que hunde sus raíces en los grupos surgidos alrededor de los hombres que apoyaban el golpe de estado de 1930 y aun, con antecedentes previos (Legión de Mayo, etc.) identificaba lo popular con el comunismo por lo que,  su anticomunismo era en Argentina anti-peronismo -como ya había sido anti-personalista con Yrigoyen- y se potenciaba con la actividad que desarrolla SS Pío XII como pro-occidental y anti-soviético .

    Al anunciarse el Segundo Plan Quinquenal, más precisamente en el mensaje de Perón en esa ocasión, éste sostiene entre los «Objetivos Especiales», la intención de suprimir las discriminaciones públicas y oficiales entre los llamados «hijos legítimos» e «hijos ilegítimos».  En los fundamentos explicitados en el Senado de la Nación se sostiene la necesidad de borrar para siempre como agraviante la calificación de «hijos naturales», incestuosos y adulterinos, incompatible con el principio de la dignidad humana del Justicialismo . Esto aparecía para ciertos círculos católicos como un paso más hacia una política libertina que entreveían en hechos como la ley 14.394/54 que establecía el divorcio vincular; suspensión del dictado de las materias Religión Católica y Moral; la reimplantación de la ley de profilaxis y la sanción de la ley 14.405/54 que  deroga las exenciones impositivas a las instituciones religiosas entre otras medidas.

    No se trataba aquí -más allá de la buena fe de algunos- de una oposición a medidas que lesionaban principios caros al catolicismo (p.ej. indisolubilidad del matrimonio) sino que detrás de la legítima defensa de los mismos aparecía la crítica a un Gobierno que había debilitado el poder de la institución eclesiástica.  Se trataba de una disputa política cuyos verdaderos términos están dados por el control de la política social.

    Es cierto también, que a muchos miembros de la clase media no les preocupaba que hubiera «damas de beneficencia», instituciones pías o partido Demócrata Cristiano pero sí esperaban que la Iglesia les permitiera sustraer a sus hijos de la influencia del Peronismo; de sus organizaciones -Unión de Estudiantes Secundarios (UES)- de sus ceremonias -los grandes actos escolares con la presencia de Perón en el Teatro Colón o las Fiestas de la Educación Física en el estadio de River Plate- y de su «adoctrinamiento» reflejado en los mismos textos de lectura escolar con alusiones explícitas a Perón y Evita y sobre todo, contrarrestar la gran movilización política que era  característica del momento. La clase media en general –y ello no excluye a los católicos- contemplaba como se había polarizado la sociedad y la creciente violencia anti-peronista le respondía una creciente politización en todos los aspectos de la vida cotidiana, que atravesará no solo los ámbitos públicos sino también los de la vida privada.  A su vez, se le sumará una profunda aversión a los ataques que desde el Gobierno o el partido gobernante se hacía a las familias de la oligarquía, que esa clase media respetaba y quería imitar. 

    Este rechazo que la clase media poseía -y que podríamos llamar «visceral»- respecto del Peronismo, tenía sus raíces en el modelo identificatorio sobre el que había sido educada y que era propio de la oligarquía.  La mayoría de los miembros de ese sector social provenía de un origen inmigrante y trabajador -de ahí la frase coloquial para indicar pobreza «estamos como cuando vinimos de España»- que acepta como camino de ascenso social el sistema educativo, negando la forma con que sus propios padres lo habían logrado: el trabajo.  Así se escuchará en forma reiterada y amenazante que se les diga a los jóvenes de ese sector social: «si no estudias…vas a trabajar, y entonces me vas a contar…»  Como si trabajar y estudiar no fueran complementarios en  un desarrollo armonioso de la persona.  Tampoco indicaba que los miembros de la clase media no trabajaran pues lo hicieron y duro, pero no era ello lo que valorizaban en la transmisión cultural; por el contrario, se jerarquizaba la capacidad de acceder al modelo identificatorio de la oligarquía a través de la educación, lo que en su imaginario era como si ya se fuera un poco como ella. 
 
    Este sistema de ascenso educativo implicaba una enorme capacidad de control social que permitía «cuotas» reducidas de ascenso en la sociedad, lo cual le otorgaba al hecho de poder avanzar en ese medio un mayor valor.  A partir de 1946 se producen dos fenómenos que conmocionan este sistema: la liquidación del poder político de la oligarquía y la construcción de un nuevo modelo de ascenso social paralelo al anterior y basado en una cultura del trabajo.  Todos podrían acceder a la educación, a la salud, a la vivienda y también a gozar de vacaciones en los mejores centros turísticos.  Desde el punto de vista de la clase media, esto aparecía como una dádiva o como acto demagógico, pues el chalet en Ciudad Evita o las vacaciones en Mar del Plata las obtenían los  «cabecitas negras», los  «negros laburantes»  y no  «la gente como uno, que ha estudiado y ha llegado a ser alguien».  La meta cuyo valor estaba en lo difícil de su acceso comenzaba a estar ahora al alcance de casi todos.

    Este enfrentamiento irá cobrando un sentido cada vez más irreversible cuando, ante una concentración de trabajadores en Plaza de Mayo, el 15 de abril de 1953, estallan dos bombas que producen 7 muertos y 93 heridos y,  al efectuarse la investigación policial, surge que los responsables estaban ligados a sectores católicos como Mario Amadeo y radicales como Emilio Carranza.

    Un ejemplo notable de esta galvanización del anti-peronismo ligado a la Iglesia fue dado por el artículo del sacerdote Julio Meinvielle, quien en 1951 tomó la defensa del diario “La Prensa” al ser expropiado por el Gobierno y transferido a la CGT .

    Para realizar el golpe de estado hacía falta la decisión política de un partido representativo de esa clase media que contuviera su «sentimiento opositor», por lo cual el golpe madura cuando llegan a un acuerdo los militares conspiradores y la Unión Cívica Radical; ese será el sustento político e institucional de los sublevados y simultáneamente, permite subordinar al liberalismo ortodoxo como al nacionalismo católico.  Cuando en 1955 los partidos políticos que habían conformado la Unión Democrática (UCR, Conservador, Socialista y Comunista) un sector de la Iglesia y otro de las  Fuerzas Armadas cierran filas contra el Gobierno, la clase media tiene suficientes referentes agrupados en un bando como para plegarse sin reticencias en apoyo al golpe de estado.

    Diez años después del mismo se resumen en una nota periodística los elementos que operaban en el imaginario político de ese «frente opositor»: gracias a las reservas acumuladas en el Banco Central, Perón posibilita a los «cabecitas negras» del flamante cinturón industrial bonaerense un nivel general que ningún gobierno había podido ofrecer…Pero si Perón sabía que de esta manera perjudicaba gravemente la economía del país, sabía también que se estaba asegurando un caudal formidable de partidarios .      
  
    Se abre aquí un largo período de desencuentros y luchas.

 

 

 

 

 

 

 

 

Una respuesta a “Una mirada política de la Historia Argentina. Segunda Parte

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  1. Sin embargo, para algunos sectores más perceptivos (aunque no necesariamente menos anti-peronistas), era obvio que muchos de los cambios traídos por el peronismo eran irrevocables. Para algunos se hizo claro que existía “otra Argentina”, para la cual la experiencia peronista, lejos de tener las características demoníacas que algunos le querían atribuir, había representado el único canal válido para obtener dignidad y mejoramiento de sus condiciones sociales y económicas. En un tono dramático, Ernesto Sábato escribió sobre la caída de Perón: Aquella noche de septiembre de 1955, mientras los doctores, hacendados y escritores festejábamos ruidosamente en la sala la caída del tirano, en un rincón de la antecocina vi. como las indias que allí trabajaban tenían los ojos empapados en lágrimas. Y aunque en todos aquellos años yo había meditado en la trágica dualidad que escindía al pueblo argentino, en ese momento se me apareció en su forma más conmovedora… .

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